Muchos desean ministrar a personas que tienen atracción hacia el mismo sexo y a quienes se identifican como gay. ¡Eso es bueno! Debemos darnos cuenta de que nuestro abordaje a quienes tienen atracción homosexual no siempre ha de ser la misma.
Si tu amigo gay no conoce a Cristo, el énfasis debe ser evangelizarlo. Si tu ser querido con atracción homosexual ya es un seguidor de Cristo, el énfasis debe ser la mentoría y el discipulado. ¿Y qué de aquellos que dicen que son cristianos y piensan que sus relaciones con el mismo sexo no son pecaminosas? Que nunca olviden las palabras de Jesús; y vamos a considerar juntos esas palabras:
21No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Reina Valera Revisada (1960) (Mt 7:21–23). (1998). Sociedades Bı́blicas Unidas.
Se calcula que casi tres cuartas partes de la población de los Estados Unidos de América dice ser cristiana. ¿No sería maravilloso que así fuera en realidad? Lamentablemente, según las palabras de Jesús, no todos los que dicen ser cristianos lo son en realidad. Aunque no podemos prever el destino eterno de la gente (porque su peregrinar por la tierra todavía no ha terminado), sí podemos considerar hoy en día si ellos están haciendo la voluntad del Padre o si todavía están obrando la maldad.
¿Están dando los frutos buenos de arrepentimiento, o los frutos malos de la falta de arrepentimiento? Así pues, a la luz de todo lo que ya hemos dicho, el hombre o mujer que se identifica a sí mismo como homosexual y dice: “Yo puedo tener a Cristo y también tener mi relación homosexual”, no solo está traicionando la enseñanza bíblica y evangélica sobre la sexualidad, sino que también distorsiona la imagen de Dios y las doctrinas del pecado, la identidad, el deseo, la soltería, la santificación y el sufrimiento en el evangelio. De hecho, está defendiendo un mensaje falso, el evangelio de neoprosperidad. Quiere pertenecer a Cristo sin renunciar a su identidad sexual.
Esta teología anémica del sufrimiento es querer a Cristo sin la cruz, lo cual no es evangelio en lo más mínimo. Hasta que estemos listos para rendirlo todo y ser crucificados con Cristo (Gálatas 2:20), nuestro objetivo en estos casos sigue siendo el compartir el verdadero evangelio, es decir, es asunto de evangelización y alcance. Ya hemos hablado de varias cosas en cuanto al compartir a Cristo con seres queridos que son gay y que no conocen a Cristo. Esas sugerencias también se aplican a individuos que creen ese evangelio falso.
Esas sugerencias también se aplican a individuos que creen ese evangelio falso. Es necesario que ellos nazcan de nuevo. ¡Necesitan negarse a sí mismos, llevar su cruz y seguir a Jesús! Algunas organizaciones, con buenas intenciones, defienden un cambio de postura centrado simplemente en mostrar compasión con la comunidad gay, lo cual es muy importante. Sin embargo, si el objetivo final es solo amar, sin hacer énfasis en el nuevo nacimiento, en seguir a Jesús y en buscar la santificación y el discipulado, en realidad estaremos neutralizando el evangelio.
La evangelización debe sustentar y ser sustentada por el discipulado. En el capítulo siguiente hablaremos de discipulado. Pero, ¿qué hacemos si un amigo o un ser querido cristiano salen del clóset y hablan sobre su atracción hacia el mismo sexo? ¿Qué debemos decir? ¿Cómo debemos responder?. No te asustes Tal vez no sea necesario decirlo, pero conozco personas que se abruman cuando reciben esta noticia.
Los padres se preguntan: “¿Qué hicimos mal? ¿Cómo pudo pasar esto?”. Recordemos que todos somos pecadores, y que la lucha de tu ser amado contra el pecado es eso precisamente: una lucha contra el pecado. Si entendemos la verdad en las Escrituras, todos luchamos contra el pecado. ¡Eso no es nada nuevo!
Y debido a que todos somos tentados por el pecado, todos necesitamos que el Espíritu Santo nos empodere para huir diariamente del deseo ilícito y de la conducta errónea. Al escuchar lo que te está confiando tu ser querido, conviértete en un reflejo de Jesús, “lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). No olvides que nuestro Padre es “compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad…” (Éxodo 34:6). Haz todo lo que puedas por amar de esta manera.
Agradece
Abrirse así con una amistad cristiana sobre el tema de la atracción hacia el mismo sexo puede ser una de las cosas más aterradoras que existen. Imagínate lo que significa llevar algo por dentro durante años, si no décadas. Produciría capas y capas, años sobre años de vergüenza y estigma. Estos individuos casi siempre tienen mucho miedo de que si alguien se entera, serán juzgados, excluidos e incluso rechazados. Lo más probable es que a tu amigo o ser querido le haya costado meses el poder llegar hasta este momento y confiarte esta información.
Probablemente ensayaron una y otra vez en su mente qué decirte y cómo decírtelo. El simple hecho de que tu ser querido se abra contigo está diciendo mucho sobre ti: eres alguien en quien se puede confiar. Dile todo lo que le agradeces por invitarte a acompañarle en este viaje. Comprométete a caminar con él o ella en las buenas y en las malas.
Se necesita un amigo, no un experto
Tal vez sientas que no estás preparado porque nunca has sentido atracción hacia el mismo sexo. Entonces, ¿cómo puedes ayudar a tu amistad o ser querido? He escuchado muchas veces esta preocupación legítima en muchos pastores y líderes de las iglesias. Como siempre, encontramos claridad al mirarlo todo a través de la gran historia de Dios. Todos fuimos creados a imagen de Dios. Todos somos pecadores. Todos necesitamos la redención. Por lo tanto, al acompañar a alguien con una lucha específica contra el pecado, no tenemos que conocer ese pecado en particular para poder ayudar.
De hecho, Satanás quiere inmovilizarnos y dejarnos paralizados, y esta es una de sus mejores tácticas. Con todo, honestamente puedes declarar que no conoces personalmente la experiencia de la atracción hacia el mismo sexo y que no eres un experto en ese tema, pero quieres aprender. Expresa amorosamente que el problema más importante de tu ser querido es su naturaleza pecaminosa, ¡y que es lo mismo con lo que tú también estás luchando! Ante los ojos de Dios, no hay nada realmente extraordinario en esta situación.
En otras palabras, él o ella no son tan diferentes de todos los demás. Por la investigación doctoral que hice sobre la sexualidad en universidades cristianas, descubrí que los alumnos con atracción hacia el mismo sexo sienten que tienen que sufrir solos y que nadie los comprendería. Ningún cristiano debe llevar en soledad una carga de este tamaño. Asegúrate de decirle a tu amistad o ser querido: “No estás solo. Yo no conozco todo lo que hay que saber sobre este tema. Pero sí conozco a Jesús, y quiero caminar contigo hacia Jesús”. Estas palabras son vivificantes para cualquier persona. Siéntete en libertad de ser específico y pregunta cómo puedes ayudar mejor:
- ¿Cómo puedo mejorar mi amistad hacia ti y ser un buen apoyo para ti?
- ¿De qué maneras puedo orar por ti?
- ¿Podemos orar juntos regularmente en persona o por teléfono?
- ¿Está bien si te pregunto cómo sigues?
- Por favor, dime cuando quieras conversar conmigo.
Asegúrate de dar seguimiento a cualquier compromiso que establezcan. Honestamente, cuando un amigo con atracción homosexual se acerca a ti en su necesidad, lo que más quiere no es un experto sino un amigo, y tú puedes ser ese amigo o amiga.
No te enfoques en lo externo
¿Qué es lo externo? Me refiero a cosas como amaneramientos, formas de caminar, de hablar, de vestir y otras por el estilo. Podemos concentrarnos demasiado en esas cosas externas, de modo que olvidamos los asuntos internos del corazón. Desafortunadamente, la mayor parte de nuestro concepto de masculinidad y femineidad lo hemos recibido de la cultura. En los Estados Unidos de América lo masculino significa ser tosco, duro, sin emociones, rudo y nada artístico. La esencia pura del hombre es un jugador de fútbol americano o un trabajador de la construcción.
Pero en Asia, ¡esos dos ejemplos no se considerarían masculinos, sino bárbaros! ¿Quién dice que un hombre artístico no puede ser masculino? Jubal fue “padre de todos los que tocan el arpa y la flauta” (Génesis 4:21). Moisés condujo a los hijos de Israel en un canto de victoria sobre Egipto (Éxodo 15:1–18). David tenía mucha habilidad con el arpa y escribió muchos salmos. También designó a hombres para ser músicos en el templo (1 Crónicas 25:1–31).
¿Y quién dice que los hombres no pueden ser emotivos? Muchos de los profetas, como Esdras, Nehemías y Jeremías, no tenían miedo de expresar sus emociones con lágrimas (Esdras 10:1; Nehemías 1:4; Lamentaciones 1:16). Jesús también lloró (Juan 11:35). Las emociones no indican femineidad o ausencia de masculinidad. Se reconoce al rey David porque era un hombre conforme al corazón de Dios. Sus hazañas lo hicieron ser muy famoso; primero como un pastorcito que peleaba contra leones y osos para proteger a sus ovejas; luego como un joven que desafió valientemente al gigante Goliat; y luego como un rey-guerrero. Pero a David se le conoce también por ser muy sensible, y probablemente exhibía rasgos que en nuestra cultura occidental se verían como algo inapropiado de un “hombre de veras”.
Si David hubiese vivido hoy, probablemente otros niños se habrían burlado de él llamándolo afeminado, y le habrían puesto otros apodos y etiquetas ofensivas. La manera de hablar, caminar, vestirse y peinarse no son cosas en las que debamos concentrar nuestra atención. A fin de cuentas, el evangelio es un mensaje que tiene que ver con recibir un corazón nuevo. Cuando recalcamos exageradamente los aspectos externos, podemos pasar por alto el poder del evangelio y hasta podemos ahogar el cambio verdadero. Los cambios del evangelio ocurren de adentro hacia afuera, y no de afuera hacia adentro.
Acerca del libro “Sexualidad santa y el evangelio: Sexo, deseo y relaciones según la gran historia de Dios”
En 2011, Christopher Yuan escribió, junto con su madre Angela Yuan, un libro testimonial muy impactante, titulado Ya no vivo yo: La travesía de un hijo homosexual a Dios. La búsqueda de esperanza de una madre quebrantada. Ningún otro testimonio ha impactado mi vida de modo tan personal. Cuando salió a la luz ese libro, la cultura cristiana mencionaba de manera rutinaria (y robótica) el ser “liberado de la homosexualidad”.
En cambio, Ya no vivo yo dejaba ver que Christopher, como todo verdadero seguidor de Jesucristo, se había convertido; no para salir de la homosexualidad, sino de la incredulidad. Solo porque el evangelio de Jesucristo transformó a Christopher de adentro hacia afuera y lo hizo un hombre nuevo en Cristo, él fue capaz de hacer lo que corresponde a una persona convertida: destruir nuestros ídolos, incluyendo el ídolo del pecado sexual que ha estado llamándonos por nombre desde que tenemos uso de razón.
Sexualidad santa y el evangelio, es una obra en la cuál, el doctor Christopher Yuan responde a la situación que se plantea a partir de la declaración antedicha. Él dice: “Mi meta en este libro es proveer tanto reflexión teológica sobre la sexualidad como puntos de acción práctica para quienes intentamos compartir a Cristo con nuestros seres queridos homosexuales a través de una visión de la gran historia de Dios: creación, caída, redención y consumación”. La lectura y estudio de Sexualidad santa y el evangelio le dará una respuesta bíblica e integral, la cual le servirá en su propia vida y en la enseñanza en la iglesia sobre la sexualidad santa.