En América Latina, cuando hablo de “el/lo que detiene” de 2 Tesalonicenses 2:6-7, la gran mayoría de la gente me responde que, “Por supuesto, es la iglesia” o el Espíritu quien mora en la iglesia. Esa interpretación es conectada con una doctrina del rapto pretribulacional. La popularidad de la interpretación es debido a que, ¡es la única que muchos han escuchado! Sin embargo, debemos afirmar que, esta interpretación es relativamente nueva, y que casi todos los exégetas han escogido otra interpretación.
Aquí una selección de mi comentario de 1-2 Tesalonicenses de Andamio, también disponible en es.Logos.com, que incluye mi propia traducción del texto griego. ¡Disfruten!
Pablo habla del hombre de pecado/de la iniquidad, y dice:
2:6 Y ahora, sabéis lo que lo detiene [a él], para que sea revelado a su debido tiempo.
El verbo compuesto “detener” (katejo/κατέχω) es de vital importancia en este pasaje. Aparece habitualmente en la Septuaginta y diecisiete veces en el NT griego. El sentido en 2 Ts 2 es significado es “retener” o “frenar.”[1] En este versículo Pablo utiliza un participio neutro, “LO que lo detiene” (to katejon/τὸ κατέχον). En 2:7 pasa de neutro a masculino, “EL que.”
2:7a Pues la fuerza oculta de la iniquidad ya está obrando.
Podríamos parafrasear a Pablo: la iniquidad ya está obrando, pero forzada para operar en parte como un misterio o como si estuviera “bajo tierra” hasta que Dios elimine la restricción.
El misterio “está obrando” o “funcionando”. Los creyentes tesalonicenses habían sido bendecidos con la Palabra de Dios “activa” en ellos (1 Ts 2:13). Pero Satanás también está activo. La declaración anticipa 2 Ts 2:9, donde la venida del hombre de iniquidad será según la obra de Satanás (el nombre cognado “obra, operación, acción,” energeia/ἐνέργεια; ver también 2:11). No se nos dice de qué manera la iniquidad está ya en funcionamiento. De estas dos cartas se puede aprender que Satanás obra contra los apóstoles (1 Ts 2:18); intenta engañar a los cristianos (2 Ts 2:1–3); y está confirmando a los no creyentes en su rechazo del evangelio (2:10). Más allá de eso, por supuesto, apoya a un grupo selecto de hombres que en su arrogancia se proclaman a sí mismos dioses: Antíoco IV Epífanes, Gayo, Herodes Agripa I. En el lenguaje juanino se encuentra un patrón similar de la actividad presente de alcanzar un clímax futuro. El “anticristo” está obrando en el presente y en el tiempo escatológico: “Este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1 Jn 4:3 LBLA).
2:7b–c Sólo que el que ahora lo detiene [lo hará] hasta que sea quitado. Pablo completa este pensamiento volviendo a lo que dijo en 2:6, remontándose a ello con “sólo.” Es el plan de Dios que el que detiene lo haga hasta un momento en el tiempo; en ese momento, el detenedor será quitado, y después el hombre de iniquidad será revelado para que haga sus obras blasfemas.
“Ahora” pertenece a “el que detiene”; es otra palabra de “tiempo” para marcar la línea entre el entonces y el ahora. “Hasta” va con el verbo “es”. La frase preposicional “de entre” da la idea de movimiento desde el medio o ser eliminado. El lector debe poder pensar más allá del movimiento meramente humano en tres dimensiones; las fuerzas espirituales pueden “detener” o “ser eliminadas” en un plano invisible.
Pablo transforma el adjetivo sustantivado neutro “lo que … detiene” (2:6) a masculino “el que detiene” (jo katejon/ὁ κατέχων). Pablo puede parecer que está planteando una adivinanza: “¿qué es lo que detiene? ¿es un ‘ello’ o es un ‘él’?” Esto ha llevado a muchos lectores a concluir que “él es el Espíritu,” ya que Espíritu es un “él” pero también está representado por un nombre neutro “Espíritu” (pneuma/πνεῦμα). Algunos han tomado un camino distinto, que Pablo es el hombre, y el “evangelio” (euangelion/εὐαγγέλιον) el nombre neutro.
Pero, sin los datos que faltan, esto es una especulación, y es casi imposible interpretar el referente de la palabra basándonos meramente en su género.[2]
Como ya se sabe, hay muchas interpretaciones del detenedor: la predicación del evangelio;[3] Dios mismo;[4] más específicamente el Espíritu Santo que reside en la iglesia sobre la tierra (con o sin que sea eliminado el detenedor cuando la iglesia sea arrebatada);[5] la autoridad civil, quizá el Imperio romano;[6] una fuerza angélica o incluso el diablo mismo, que retiene al hombre de iniquidad hasta el momento que a él le convenga.[7] Los tesalonicenses aparentemente saben la respuesta a su adivinanza, al menos saben más sobre ello que nosotros. Todas nuestras teorías deben ser deducidas y estar basadas en un humilde reconocimiento de nuestra falta de pruebas.[8]
Una dirección prometedora (pero, por supuesto, no necesariamente contundente) es tomar la cosmovisión de Pablo como punto de partida. Tiene una visión apocalíptica, dentro de la cual Dios y Satanás están en guerra por la expansión del evangelio, particularmente porque se está extendiendo entre los gentiles y estos están abandonando a los ídolos. Pablo no ha “desmitologizado” el mundo espiritual. De hecho, el otro ejemplo de “detener” en estas cartas aparece en 1 Ts 2:18: Satanás ha impedido que Pablo y Silas regresen a Tesalónica, utilizando un sinónimo de “impedir” (enkopto/ἐνκόπτω en lugar de katejo/κατέχω). La tradición daniélica incluye tanto a los ángeles detenedores como al rey blasfemo, haciendo que ese libro sea el candidato más atractivo como fuente para el tema del “detenedor.”
De hecho, Dn 10 recoge una batalla en la que están implicadas cuatro figuras angélicas importantes. Dos son de Dios y dos son del diablo y se oponen unas a otras. El primer ángel bueno (sin nombre) aparece y le dice a Daniel que fue detenido durante veintiún días por el “príncipe de Persia.” El poderoso príncipe angélico Miguel viene a ayudarle manteniendo alejado al príncipe de Persia mientras el primer ángel va hasta Daniel. Después regresará y Miguel luchará con el príncipe de Persia y con el príncipe de Grecia. Es decir, Daniel tiene una larga sección en la que aparecen ángeles luchando y bloqueándose unos a otros. Posteriormente, Miguel defiende al pueblo de Israel en Dn 12:1.
Este tipo de combate angélico aparece también en el NT. En Judas 9 Miguel se enfrenta con el mismo diablo por el cuerpo de Moisés. Miguel con sus ángeles expulsan al dragón y sus ángeles del cielo en Ap 12:7–9. También hay cuatro ángeles que detienen los cuatro vientos en Ap 7:1, utilizando otro sinónimo de “detener” (krateo/κρατέω). De la misma manera, se le dice a un ángel que deje ir a los cuatro ángeles que están atados en el río Éufrates (9:13–15). Son liberados para matar a un tercio de la humanidad. Habían estado “preparados precisamente para esa hora, y ese día, mes y año”; esto es, muy similar al hombre de iniquidad, fueron retenidos por Dios hasta que su plan estuvo listo, después los liberó para que realizaran su obra de destrucción. Estos datos derriban la idea de que “el Espíritu Santo de Dios es la única persona con el poder (sobrenatural) suficiente para detenerlo” y, por eso, “la partida en el arrebatamiento, de aquel que lo detiene obviamente tiene que preceder al día del Señor.” Otro pasaje que aporta algo de luz es 9:1 (y probablemente 20:1–3), donde un ángel sostiene las llaves del abismo y puede encerrar o liberar al diablo y a otros seres demoniacos.[9]
Hay un contexto suficiente para sugerir que en 2 Ts 2 un ángel detenedor es el agente a quien Dios envía para detener la obra del hombre de Satanás hasta que Dios decida que ha llegado el momento.[10] Este capítulo encaja muy bien con la imagen de las luchas entre ángeles que forman parte del trasfondo apocalíptico de las cartas a los tesalonicenses. Es probable que los tesalonicenses hayan oído de Pablo: Un gran ángel está deteniendo ahora al hombre de iniquidad, para que sea revelado en el momento adecuado. Satanás está obrando tras el telón, empujando hacia la iniquidad; sin embargo el ángel detendrá su fuerza hasta que Dios lo quite de en medio.
[1] Así BDAG, Greek-English Lexicon, κατέχω 1. Ver, p. ej., Lc 4:42; Flm 13: “Yo hubiera querido retenerlo [a Onésimo] para que me sirviera.”
[2] Ver 1 Co 13:10 para un problema exegético paralelo: “pero cuando llegue lo perfecto [τὸ τέλειον].” Algunos lectores asumen que “lo perfecto” debe ser una cosa; otros concluyen que si “lo perfecto” es gramaticalmente neutro, su referente debe ser un nombre neutro. Ninguna deducción es verdad por necesidad.
[3] Oscar Cullmann, Cristo y Tiempo, 143–44; Cullmann apela a Mt 24:14 y paralelos y también entiende que “el que detiene” es el apóstol mismo.
[4] Ver R. D. Aus, “God’s Plan and God’s Power: Isaiah 66 and the Restraining Factors of 2 Thess 2:6–7,” JBL 96/4 (1977): 537–53.
[5] Así House, “Apostasia in 2 Thessalonians 2:3,” 162–63; Hiebert, Thessalonians, 313–14. Junto con Ryrie, Hiebert hace una pequeñísima distinción entre la “residencia” del Espíritu sobre la tierra antes del arrebato y su “presencia” en todas partes.
[6] Una teoría popular desde Tertuliano, ver Resurrección. 24 (ANF 3:563): “ ‘Y ahora sabéis lo que detiene, que será revelado en su momento. Porque el misterio de la iniquidad ya está actuando; sólo el que obstaculiza ahora debe obstaculizar, hasta que sea eliminado.’ ¿Qué obstáculo hay en el estado romano, cuya caída, al ser dividido en diez reinos, presentará al anticristo sobre (sus propias ruinas)?”
[7] Frame, Thessalonians, 265; Paul S. Dixon, “The Evil Restraint in 2 Thess 2:6,” JETS 33/4 (1990): 445–49.
[8] Ver el resumen de Best, Thessalonians, 295–301; también Malherbe, Letters to the Thessalonians, 432–34; Green, Thessalonians, 314–16. Fee, Thessalonians, 286–88, demuestra una admirable moderación al identificar al detenedor.
[9] Hay otras referencias a los ángeles atando a alguien, como en Tobías 8:3, donde Rafael ata de pies y manos a un demonio; Hechos de Pilato 22 (Desc. 6) (ANF 8:437) dice del “descenso a los infiernos”: “Entonces el Rey de la gloria tomó a Satanás el jefe de los sátrapas por la cabeza, y se lo entregó a sus ángeles y dijo: Atadle con cadenas pies, manos, cuello y boca. Después se lo entregó al Hades y dijo: Tómalo y mantenlo amarrado hasta mi segunda venida.”
[10] Esto lo argumenta bien Colin Nicholl, From Hope to Despair in Thessalonica; ver mi crítica en JETS 48/2 (2005): 396–97. Él entiende que Dn 12:1 quiere decir que Miguel se “hará a un lado” (no, como muchos entienden, “alzará”); esto es, dejará de detener a Satanás, en cuyo momento la iglesia entrará en la tribulación. Le sigue, con precaución, Witherington, 1 and 2 Thessalonians, 208–12.