Conoce las profecías cumplidas en Ezequiel y Daniel

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No es común que estudiemos el género profético, ya sea en nuestra lectura cotidiana o en la predicación del domingo. Esto pasa porque muchas veces no sabemos cómo interpretar dichos textos o los relacionamos directamente con una predicación de eventos futuros.

Los libros proféticos no estaban desconectados de la historia para el pueblo judío. Eran un comentario de la historia. Los profetas hablaban la Palabra de Dios en un contexto particular. Por eso, es excesivamente simple reducir la profecía a la predicción del futuro. En realidad, era una forma de predicación dirigida a los lectores de su tiempo.

Entonces, ¿Qué es la profecía? Es el anuncio de la voluntad revelada de Dios a su pueblo, transmitido por medio de un profeta que actúa como su portavoz. 

Así, entendemos que todo mensaje profético debía ser relevante para el pueblo que lo escuchaba. Su cumplimiento exigía una respuesta, incluso si se trataba de algo que ocurriría en el futuro. El mensaje, en consecuencia, no estaba desconectado del pacto con el pueblo sino que siempre hace referencia a éste.



La dualidad de las profecías mesiánicas

Pero, ¿Por qué hay profecías cumplidas y otras aún en espera?

En primer lugar, porque el mensaje se dio en un contexto específico para un pueblo específico. Isaías y Jeremías predicaron a Israel y Judá buscando su arrepentimiento ante el inminente juicio del exilio.

Jeremías anunció 70 años de cautiverio y cuando ese tiempo se cumplió, Daniel esperó que la promesa se realizara literalmente (Dn. 9:2). Esto muestra que la proclamación profética no está separada de la predicción, ya que las dos expresan la voluntad de Dios.

Esto cobra aún más sentido cuando a Daniel se le revela la profecía de las setenta semanas. Mientras oraba por la liberación del pueblo, Dios le mostró un plan más amplio: 70 periodos en los que se acabaría el pecado. Se establecería la justicia y el Mesías reinaría sobre todo el mundo. 

De igual manera sucede con Ezequiel. En medio de la desolación de un pueblo que no se dio cuenta de cómo la gloria de Dios se había ido del templo en Jerusalén, Ezequiel comenzó a profetizar. El profeta dedica 8 capítulos para hablar de un templo que aún no se ha construido, pero en el cual volverá la gloria porque Jehová estará allí.

Sin duda, Ezequiel y Daniel hablan del futuro reino de Cristo. Sin embargo, no debemos olvidar que estas profecías fueron dadas a los judíos en el exilio. Esto para que pusieran su confianza en Dios.

Queremos destacar que la interpretación de estas profecías se enmarca dentro de un sistema interpretativo y una postura teológica específicos. Sino estás de acuerdo con esta interpretación, te animamos a que tu enfoque siga siendo fiel a las Escrituras, incluso si difieres de la opinión de otros creyentes.

También queremos subrayar que la escatología presentada aquí no es una doctrina primaria para causar división, sino un tema de interpretación que debe inspirarnos a regocijarnos por la venida del Señor.

Profecías mesiánicas de Ezequiel

Es importante considerar el contexto de Ezequiel para entender la relevancia de todo el esquema de un templo al final de sus oráculos. 

Los caldeos realizaron tres incursiones en Judá. Durante la primera, pusieron un rey títere y se llevaron a la nobleza, incluyendo a Daniel y sus amigos. En la segunda, cuando deportaron a artesanos y personas influyentes como, Ezequiel. Por último, en la tercera, cuando destruyeron Jerusalén debido a la falta de sumisión de los judíos al nuevo gobierno.

En esta última, el templo construído por Salomón fue totalmente destruído y sus utensilios llevados a Babilonia. Lo que representaba la presencia de Dios se habia convertido en un amuleto para los judíos. Ellos creían que, mientras el templo estuviera en Jerusalén, nada les ocurriría. Lamentablemente, asumían que sucedería lo mismo que en tiempos de Ezequías.

En ese contexto de pérdida de la tierra prometida y de su esperanza en el templo, Dios habla de otro templo. Es interesante que al igual que en Éxodo 25-31, el Señor dedicó mucho tiempo para hablar del lugar de su habitación.  

Cabe aclarar que, este templo tiene un significado simbólico: representa la presencia de Dios entre su pueblo y el cumplimiento final del pacto. Sin embargo, el nivel de detalle en cuanto a medidas ha llevado a muchos a pensar que no se trata de un templo espiritual, sino de una construcción literal que aún está por realizarse.

Sin embargo, esto no debe de causarnos incertidumbre sino expectación ante la venida inminente del Señor. A diferencia de los intérpretes historicistas que afirman que estas profecías ya se cumplieron o de quienes las ven como símbolos aplicables a la vida práctica del creyente, lo cierto es que aún no hemos visto la glorificación final de la gloria de Dios entre nosotros.

El mismo Ezequiel nos muestra cómo la Palabra profética busca la vida, como lo vemos en Ezequiel 37 con la visión del valle de los huesos secos. Esta obra, realizada por medio del Espíritu, cumple el pacto de hacer del pueblo de Israel su pueblo y establecer su reino. Esto incluye una expiación definitiva, el regreso a la tierra prometida y la presencia permanente de su santuario en medio del pueblo.

En ese templo hay un trono que representa el cumplimiento del pacto de Dios de habitar con su pueblo cuando el pecado ya no exista. Ese reino y el diseño del templo debían confrontar al pueblo de Israel con su pecado y moverlos al arrepentimiento.

Esta es la misma respuesta que debemos tener nosotros.

Profecías mesiánicas en Daniel

Mientras Ezequiel predica al inicio del exilio, Daniel escribe al final de este periodo de 70 años. Esta profecía nos presenta la respuesta que esperaba Ezequiel: arrepentimiento por el pecado. El capítulo comienza con una oración de confesión de Daniel por el pecado de su pueblo. 

Daniel hace lo que nosotros deberíamos hacer: leer las Escrituras, aplicarlas a nuestras vidas y responder en oración.

Esta oración refleja la confesión de pecados, el reconocimiento de que Dios cumple su Palabra aún frente a la falta de arrepentimiento del pueblo. Es una súplica de perdón por amor a su nombre. La nueva profecía llega como respuesta a esa oración, mostrando que no está desconectada de la relevación profética anterior.

Al considerar esta profecía, no debemos separarla del resto de la revelación de Dios. Cuando una profecía se ha cumplido, su cumplimiento suele ser claro y ampliamente reconocido. En cambio, cuando no hay consenso en la interpretación, probablemente es porque aún no se ha cumplido.

La visión de las setenta semanas en Daniel 9:24-27 se refiere a 70 bloques de 7 años. La expresión “7 tiempos” en el capítulo , que representa 7 años. Otras referencias en Daniel y Apocalípsis, como “3 años y medio” y “42 meses”, indican que cada semana equivale a 7 años.

La profecía nos muestra que el tiempo para la expiación definitiva y la llegada del Mesías. Comienza con el decreto de restauración de Jerusalén, abarcando 7 semanas hasta el final del Antiguo Testamento. Luego, las 62 semanas llevan al tiempo de la venida y muerte del Mesías, y la destrucción de Jerusalén y el templo, lo que ya ocurrió en el año 70 d.C.

El dilema está en la interpretación de la semana 70. Esta semana presenta una distinción: se divide a la mitad y aparece el “desolador”. Frecuentemente, esta semana se asocia con la Tribulación.

Sin embargo, ¿cuál es el énfasis del texto? El Mesías.

Este es el Hijo del Hombre recibiendo dominio eterno. Daniel nos demuestra que el Señor cumplirá lo que aún no podemos ver: que el cielo gobierna y que el Dios del cielo tiene el reino eterno.

¿Cómo interpretar estas profecías hoy en día?

La respuesta a la revelación de Dios es la adoración. Cuando vemos estas profecías debemos tener claro que el Señor es el rey que se sentará en el trono eternamente. Dios cumplirá la promesa de su pacto de hacernos su pueblo y Él ser nuestro Dios, morando con nosotros eternamente.

La belleza de las profecías no reside en la especulación ni el misticismo, sino en el cumplimiento perfecto de las promesas de Dios. Por ello, te animamos a incorporar las profecías en tu vida diaria, conectándolas con la historia bíblica y el pacto eterno, cuyo cumplimiento podemos ver plenamente en Cristo.

Herramientas para entender las profecías de la Biblia

Para comprender mejor las profecías sobre Jesús, existen recursos como el Comentario Lange sobre las Sagradas Escrituras. Este valioso comentario te da un análisis profundo y accesible, mostrando cómo las Palabras de los profetas, como Ezequiel y Daniel, se cumplen en la obra de Jesús.

Este recurso incluye:

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