En una ocasión escuché a un predicador decir: “Yo nunca uso comentarios, solamente lo que Dios me muestra en mi estudio personal”. De ninguna manera quiero criticar la sinceridad de esa persona. Tampoco cuestiono su amor por Cristo, la Palabra, o la predicación. Sin embargo, me parece que no es la mejor manera de pensar con respecto a la preparación de sermones y el uso de recursos. En otras palabras, estoy convencido que, si se usan con sabiduría, los comentarios bíblicos pueden ser una herramienta invaluable en el estudio y preparación de predicaciones.
En este breve artículo me gustaría hablar sobre este tema, y la manera en que personalmente uso los comentarios bíblicos para preparar clases, charlas, y sermones. Pero primero me gustaría comenzar con unas palabras de precaución.
Una llamada de precaución
Algunas personas que se oponen al uso de comentarios en el estudio bíblico lo hacen porque han visto su uso incorrecto. Es muy fácil equivocarse y pensar que leer un comentario es lo mismo que estudiar un pasaje. Algunos estudiantes de la Biblia, quienes en ocasiones (pero no siempre) son principiantes, prefieren no hacer exégesis, sino mejor leer un comentario. “De esa manera”, piensan, “puedo ahorrarme un poco de tiempo”.
¡Pero leer un comentario no es lo mismo que hacer exégesis! El comentario sirve para enriquecer el estudio, no para suplantarlo. Recuerdo escuchar la historia de un conocido predicador que, un domingo, estando de vacaciones en otra ciudad, decidió visitar una congregación local. Para su sorpresa, el pastor de dicha congregación predicó un sermón —palabra por palabra— que este predicador visitante había dado semanas atrás. Se lo había copiado. Y peor aún, ni siquiera reconoció que la persona que le visitaba era ese predicador de quien había copiado el sermón.
No, predicar un sermón no es lo mismo que leer el sermón de otra persona sin darle crédito por ello. ¿Por qué? Por qué es la responsabilidad de cada predicador el proclamar aquello que viene de su propio estudio, y no simplemente plagiar lo que otros han hecho. Así, de manera similar, no debemos leer comentarios simplemente para “copiar su exégesis”.
Otro problema que algunas veces veo es cuando se usan los comentarios de manera excesiva al momento de predicar. Debemos recordar que la predicación es una proclamación con autoridad de la Palabra de Dios, no es leer un ensayo teológico, ni dar una cátedra sobre un tema determinado. Algunas veces, el predicador puede citar a tantas otras personas que uno se pregunta si piensa por sí mismo, o si solamente se apoya en el pensamiento de otros. Citar comentarios de manera excesiva puede resultar contraproducente, además de bastante aburrido, en especial cuando la congregación no tiene un punto de referencia sobre las personas que se está citando.
Un tercer problema es cuando, de manera sutil, se comienza a elevar los comentarios al mismo nivel que la Escritura. Los comentarios, recordemos, no son inspirados ni inerrantes. Solo porque lo diga cierto maestro de la Biblia no significa que es verdad. Debemos nosotros, al igual que los creyentes en Berea, diligentemente escudriñar para verificar si lo que está escrito en un comentario es verdad. Un buen comentarista será honesto sobre esto, y no tendrá problema en decirle al lector cuando una porción de la Escritura es difícil de interpretar, o cuando hay diversas opiniones al respecto. Debemos tener suficiente humildad para reconocer eso, y tener suficiente sabiduría para no tomar un comentario bíblico y convertirlo en una opinión infalible.
Entonces, indudablemente, los comentarios se pueden usar de manera incorrecta. Por el otro lado, pueden ser una gran bendición para el estudiante de la Biblia.
Una indiscutible bendición
“Jóvenes”, nos dijo un profesor de seminario, “los comentarios exegéticos son como tener a eruditos sentados a la mesa junto contigo. Imagínate que estás predicando el Evangelio de Juan, y a tu mesa está sentado Martín Lutero, Juan Calvino, J. C. Ryle, o Leon Morris. ¡Qué conversación tan bendecida tendrías!”.
Un buen comentario es precisamente eso. Es como tener una conversación con personas que han pasado horas y horas estudiando la Biblia. Por ejemplo, se dice que para escribir su comentario de Juan, J. C. Ryle leyó el Evangelio incontables veces, además de leer todos los libros que pudo encontrar al respecto. No tienes que preguntarte qué pensaba Ryle sobre Juan 3, por ejemplo. ¡Puedes leerlo!
El predicador inglés Carlos Spurgeon dijo: “El hombre que nunca lee, nunca será leído; el que nunca cita nunca será citado. Aquel que no usa los pensamientos de los cerebros de otros hombres, demuestra que no tiene cerebro propio”. Un poco fuerte ese comentario, lo sé. Me parece que a lo que se refiere es esto: muchas personas confían en la guía del Espíritu Santo en su propia vida, pero sospechan de la guía del Espíritu Santo en la vida de otros.
Spurgeon de ninguna manera está menospreciando la Biblia, ni está poniendo otros libros por encima de ella. En su obra Discursos a mis estudiantes, dijo lo siguiente:
En la Biblia tenemos una biblioteca completa, y el que la estudia a fondo, será un hombre más erudito que si hubiera estudiado todos los libros de la biblioteca de Alejandría. Entender la Biblia debe ser nuestra ambición. Es menester que estemos tan familiarizados con ella, como lo está una costurera con su aguja, un comerciante con su libro de apuntes, y un marinero con su embarcación.
Entonces, no se trata de menospreciar la Biblia, ni mucho menos de menospreciar la guía del Espíritu Santo. ¡De ninguna manera! Más bien, se trata de reconocer que Dios ha dado a la iglesia pastores y maestros (Efe. 4:11), y podemos beneficiarnos de los dones que Dios ha dado a otros. Por ejemplo, hay personas que han estudiado a fondo las lenguas originales, o la arqueología bíblica, o las costumbres antiguas, y han dejado el resultado de su investigación plasmado en libros. Nosotros tenemos la indiscutible bendición de tener acceso a ellos.
Unos consejos prácticos
Finalmente, me gustaría dar algunos consejos prácticos sobre el uso de comentarios. Estos consejos no son originales míos, sino que me han sido enseñados de diversas maneras: profesores, pastores, libros, etc.
Consejo 1: Usa los comentarios como herramienta de consulta. Una buena práctica es consultar los comentarios hasta después de haber estudiado el texto por ti mismo. Primero, estudia el texto cuidadosamente, palabra por palabra, haciendo apuntes, llegando a conclusiones, y siempre saturado de oración. Cuando hayas terminado de hacer tu propia exégesis, puedes usar los comentarios para corroborar tus conclusiones, para enriquecer tu estudio, o para corregir tu pensamiento.
Consejo 2: Consulta, preferentemente, los mejores comentarios que tengas a tu disposición. Normalmente recomiendo el uso de comentarios exegéticos. Estos son aquellos que se centran en dar el significado del texto, al poner mucho cuidado en el estudio de las palabras específicas, la sintaxis, el contexto histórico y cultural, la teología bíblica, etc. Por ejemplo, el Nuevo Comentario Americano es una excelente serie de comentarios exegéticos que están ya disponibles en español.
Consejo 3: No menosprecies la guía sobrenatural del Espíritu. Uno puede perderse en el estudio de la Biblia como si fuera estudiar cualquier otro tema. No, la Biblia es la Palabra de Dios. Es la revelación sobrenatural del Creador. Necesitamos de la guía del Espíritu Santo. Ningún comentario debe reemplazar la oración y la búsqueda del rostro de Dios. Puedo dar testimonio que, en varias ocasiones, he tenido un texto difícil de interpretar frente a mí. Los comentarios no me ayudaron mucho. Pero después de orar a Dios, entendí mejor el pasaje, y pude predicarlo.
Consejo 4: Aprende a estudiar la Biblia por ti mismo. No dejes que las herramientas te distraigan de aprender a estudiar la Biblia. No lo olvides, son herramientas. Las herramientas deben ayudarte, pero no reemplazan la responsabilidad personal que tienes de estudiar y escudriñar la Escritura. Recuerda: ¡es un deleite hacerlo!
Por lo tanto, usar con sabiduría los comentarios bíblicos pueden ser una gran bendición para el predicador. Debemos, en la medida de lo posible, buscar tener las mejores herramientas a nuestra disposición. De esa manera, buscaremos estudiar con efectividad, para predicar con exactitud.
Dato Logos:
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