Un estudio sobre Jonás
“Esta generación malvada y adultera busca una señal milagrosa, pero no se le dará mas señal que la de Jonás” Mateo 16:4
Generalmente la gente busca señales milagrosas para discernir los tiempos o desea que alguien le diga que va a suceder con su vida, que se habrá el cielo, aparezca una imagen o escuchemos una voz y entendamos que es lo que va a pasar, que me digan el propósito para el cual existo, como debo vivir, que pasara con mi familia, mi trabajo, hijos, la carrera o profesión o simplemente que me digan ¿con quien me casare?. Señales para saber donde ir y que hacer. A los pastores nos pasa también y hacemos muchas preguntas parecidas pero en relación con la iglesia: “Señor quiero que todos me sigan, que la iglesia tenga miles y miles de miembros… decime: ¿que debo hacer?”, “Dame una señal milagrosa”.
Esto mismo acontecía en tiempos de Jesús y el Señor contesto “no se les dará otra señal que la señal de Jonás”. Hace referencia a la historia de Jonás para que pensemos y reflexionemos…
Jonás es un personaje interesantísimo que aparece en 2 Reyes Cáp. 14:25 profetizando en el reinado de Jeroboam II donde le dice al Rey que debe extender sus fronteras y recuperar el territorio perdido. Lo encontramos en el reinado del norte, el reinado más rico y poderoso de un reino dividido cuya capital en el Norte es Samaria. Se lo describe como un profeta y su nombre Jonás hijo de Amitay, que significa que es el hijo de la verdad. Dios le envía a predicarle a los Asirios conocidos por su maldad y crueldad, en este caso debe ir a Nínive. La orden es: “levántate, anda, ve a esa gran ciudad a predicarles”
¿Que significaba para el Pueblo de Dios convertirse en siervos de alcance mundial?
1 – Ellos debían entender que Dios es Dios de todas las naciones (Salmo 47:8)
Dios también es Dios de Nínive, de Irak, Afganistán, Sudan, Argelia, Bangla Desh, China, India, Pakistán, Indonesia, etc. y no solamente de mi barrio, de mi familia, de mis intereses, de mi iglesia, de mi nación. Nínive no esta excluida de su amor y compasión. Es interesante que Jonás que es el hijo de Amitay, el hijo de la verdad, que sabe y tiene la verdad; cuando la verdad de Dios los confronta lo que hace es huir. Se embarca a Tarsis, un lugar totalmente opuesto a Nínive. No esta dispuesto a escuchar y aceptar que Dios debe estar al alcance de todos, que es el Dios para todas las naciones.
Por un lado le dice a su Rey extiende las fronteras, recuperemos el territorio perdido, “esto viene de Dios”. Pero por el otro lado debe llevar el mensaje de Dios a sus enemigos porque Dios es Señor de todas las naciones Salmo 47:8.
Jonás declara en 1:9 “Soy hebreo y temo al Señor”, pero solo esta dispuesto a llamarlo Señor siempre y cuando ese Señorío se adapte a sus intereses. Nosotros como Jonás muchas veces nos pasa lo mismo. Sabemos que debemos ser sal y luz en medio de la sociedad y llevar el mensaje integral del evangelio a todas las naciones pero agregamos… siempre y cuando se acomode a mis intereses.
Decimos vamos a ir a todos lados pero en la practica hay determinados campos que no queremos pisar. Nos negamos ir a Nínive y el resultado es que Nínive sigue andando por caminos de destrucción.
Por un lado tenemos una excelente teología (1:9) pero en la practica queremos que Dios nos sirva a nosotros y nos desentendemos de los demás. Dios nos esta llamando a las Nínives de la política, la justicia, la tecnología, la salud, el deporte, la educación, los medios de comunicación, la cultura con sus diferentes expresiones, a determinados grupos socio culturales y económicos, a las Nínives de las Naciones.
Corremos el riesgo como Israel de pensar que Dios solo nos ha elegido para darnos bendición, recibir los privilegios de la elección sin la responsabilidad de ser bendición a las naciones, a toda la humanidad (Génesis 12:3b). Jonás se hace dueño del concepto estrecho de la elección y esta es la causa de la desobediencia.
Lo mismo nos sucede con la iglesia. Su elección no es para ella misma y ser bendecida con privilegios especiales. Es para ser sal y luz al mundo. Creemos que estamos en la iglesia para que prosperemos solamente nosotros: crecer para adentro, ensimismados, etnocéntricos, con un concepto estrecho. Corremos el riesgo de limitar la acción de Dios a la esfera de la Iglesia, como Jonás quería limitarla a la esfera de Israel. Esta actitud lleva a la desobediencia. La tentación de Jonás es la tentación de la Iglesia: ¡No te metas!
La misión siempre es de Dios y él nos invita a participar de su misión. Cuando no lo hacemos todo se transforma en un vacío, huimos a Tarsis y de Dios mismo.
2 – Significa entender que fuimos creados para una Misión.
La iglesia y el cristiano han sido enviados al mundo para estar en misión, pero cuando no lo hacemos nos encontramos huyendo de Dios.
La Tarsis donde huimos la llamamos él “bien de la iglesia”. Decimos: “¿Cómo vamos a gastar nuestros recursos en algo que no trae algún beneficio a la iglesia?, ¿Que tengo que ver yo con esa gente de África, India, Indonesia, Asia, Sudan, Afganistán, o de este barrio o de esta otra iglesia que no son de nuestro mismo trasfondo, etc.?” Otros dicen: “La tarea de la iglesia es solo espiritual”. Pero la misión también tiene que ver con la justicia, con los que no tienen voz, los desnutridos, enfermos y marginados.
Creados para una Misión significa que debemos tener FE. A veces nos encontramos huyendo a Tarsis por no tener todo resuelto (preguntas, problemas, recursos, etc.) Fe es creer que algo es verdad, es confiar en esa verdad pero es mas… es entregarme a esa verdad. ¿Podremos tener fe, detenernos unos momentos, pensar y obedecer antes de embarcarnos desesperadamente hacia Tarsis?
¿Podrá la ciudad de Jope ayudarnos para entender que fuimos creados para una misión?, O ¿será el punto final para materializar nuestra desobediencia? Esta ciudad ocupa un lugar central en dos relatos bíblicos, el de Jonás y el de Pedro en Hechos 10:9-48. Los dos se enfrentan a llamados semejantes. Uno debe ir a Nínive y el otro a Cesarea para visitar a un gentil. Los dos sienten rechazo hacia los “no alcanzados, gentil o etnia” como se traduce (gentil viene de la raíz de la palabra donde se traduce etnia, otras etnias que son diferentes a nosotros).
Hechos 10:28 describe la manera de pensar de lo que significa cruzar barreras culturales y religiosas. A los dos se los llama a una misión insólita en contra de sus principios culturales y religiosos. Uno acepta el llamado y el otro no. Tenemos que decidir entre la fuga de Jonás o la obediencia de Pedro.
¿Cuál de estas dos actitudes será muestra de la obediencia a Dios?
Jonás estaba muy agradecido por lo que Dios había hecho en su propia tierra y quiere desentenderse de las naciones. Dios envía a su iglesia a todo el mundo, pero su iglesia muchas veces solo mira lo que ha logrado, todo lo que tiene, su poderío en edificios, gente, ofrendas, presupuestos, organización, teología, etc. Es como Jonás jactándose de las conquistas de Jeroboam (2 Reyes 14:25) y negándose de ir a Nínive. Cuando no queremos ir a las naciones y nos embarcamos en otros proyectos que parecen nobles y dignos somos como Jonás queriendo embarcar a Tarsis.
Como iglesias y pastores muchas veces nos vamos para Tarsis. Ser hecho para una misión significa que debemos decidir entre lo bueno y lo mejor. Es bueno quedarme en mi tierra, mi país, mi región, mi estructura, mi iglesia, mi denominación, mi tradición; pero es mejor unirnos a la misión de Dios en el mundo.
En Jope, Jonás y Pedro están solos con su Dios. Los pastores muchas veces nos encontramos en la misma situación. Lo mismo les pasa a los misioneros o los siervos que Dios esta levantando, pero la iglesia los deja solos. ¿Tendrá la iglesia siempre que dejar solos a quienes se ven obligados a tomar decisiones difíciles?
3 – La práctica de la teología se debe manifestar en la obediencia.
Ser un discípulo incondicional a Jesucristo significa “ser lo que Dios quiere que sea, hacer lo que Dios quiere que haga e ir donde Dios quiere que vaya”.
La imagen de Jonás que tenemos es la de un patriota nacionalista. Es desobediente no por capricho o por falta de valor. Su desobediencia tiene que ver con buscar beneficios únicamente para su “institución” o sea su Israel.
La obediencia no pasa por estar cerca del templo, no es sinónimo de estar más cerca de Dios. El pueblo de Israel fue religioso pero con un corazón lejos de Dios.
Fue en el cautiverio lejos del “Templo” de la religiosidad, que ellos se volvieron a Dios y lo conocieron mucho más. Podemos ser muy religiosos pero con un corazón alejado de Dios. Podemos participar de muchas actividades en la vida de la iglesia pero hacerlo sin conocer a Dios realmente.
Nos limitamos a la obediencia estrecha de la tierra santa y el templo. Preferimos un Dios limitado a ciertos lugares. Preferimos estar cerca de lo conocido, en lugar de escuchar un llamado a las Nínives de hoy. “La sociedad y las naciones son Nínive, no vayamos ahí.” Por mucho que nos quedemos en el ámbito de la religiosidad, la iglesia o el templo, Dios no se queda ahí. Es el Dios de Juan 3:16.
El resultado es que cuando no obedecemos a Dios todo es angustia y desesperación. Ponemos a riesgo a los que tanto amamos como la familia, los hijos, las iglesias, los hermanos, la comunidad.
Cuando nuestras mentes se vuelven estrechas y cerradas lo que ocurre es que abandonamos el amor de Dios, su misericordia, y dejamos de tener su corazón. Jonás se convence que debe reconocer a Dios, y cumplir las promesas que hizo (2:9). Así y todo esto no es suficiente.
4 – Dios nos salva para salvar a otros.
El “pastor” Jonás tuvo una segunda oportunidad.
“Anda, ve a la gran ciudad de Nínive y proclámale el mensaje que te voy a dar” (Jonás 3:1-10)
Dios no salva a Jonás para Jonás mismo. La razón de salvar a Jonás no es para que continuara su camino a Tarsis o para que regrese a Israel. Dios le salva para que cumpla su misión de ir a Nínive. Dios nos salva con el propósito que vivamos para aquél que lo dio todo por nosotros (2 Corintios 5:15). “Ya no vivan para sí”.
Dios salva a los que se arrepienten según él capitulo 2; pero Dios salva a Jonás para que vaya a Nínive según él capitulo 3. El propósito es tener una vida conforme a la voluntad de Dios. No lo salva porque es Hebreo, elegido, especial, ungido, profeta, sino porque desea salvar a Nínive y quiere utilizar al “pastor” Jonás no por lo que es él, sino por lo que hará a través de el.
Dios salva a su iglesia en el día de hoy no tanto por ella misma sino por su misión al mundo. La iglesia del Señor es “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios…”, pero ¿para qué?, “… para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamo de las tinieblas a su luz admirable.” (1 Pedro 2:9). (Ver también Mateo 5:16)
Nuestra elección tiene que ver con ejercer nuestra responsabilidad. Si nos salvo y preserva es para que seamos instrumentos de salvación a otros (Isaías 49:6). Esto implica que como Iglesias debemos comenzar, continuar y permanecer en un “proceso intencional” de llevar todo el evangelio a todas las etnias. Nosotros también necesitamos un arrepentimiento como los Ninivitas de la época de Jonás. Es volver a Dios cuando hemos estado muy lejos de Él.
¿Porque nos enojamos como Cristianos?
“Pero esto disgustó mucho a Jonás y lo hizo enfurecerse” (Cáp. 4:1)
1. No podemos tolerar un amor tan amplio y no queremos dejar nuestra tierra
A partir de acá se revelan los sentimientos de Jonás y los motivos de su acción. La ciudad se arrepintió, pero esto “disgusto mucho a Jonás y lo hizo enfurecerse”, por lo tanto la conversión de Nínive y el perdón de Dios le hicieron gran mal a Jonás”. Se irrito.
“Así que oro al Señor de esta manera: -¡OH Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? (Jonás 4:2 a)
Se compara con Éxodo 14:12 El pueblo de Israel que le dice a Dios: ¡Déjanos en paz!. Preferimos servir a los egipcios. Ambos revelan el deseo de no abandonar una seguridad anterior, Egipto para los israelitas y “Mi tierra” para Jonás. La importancia de la tierra para Jonás es más fuerte que enfrentarse a una nueva situación peligrosa. Los israelitas se quejaban de que Dios los había sacado de Egipto, ahora Jonás se queja que de lo que haya llevado a Nínive.
La queja del “pastor” Jonás no es porque duda del amor de Dios sino porque su amor es demasiado amplio. Muchas veces nosotros no queremos tener un “amor demasiado amplio”. Deseamos ese único amor para nosotros, para nuestro propio cuidado y placer, no para los que están mas lejos. Tenemos que luchar contra nuestro egoísmo y nuestros propios intereses. No estamos dispuestos a dar ese amor traduciéndolo en disponibilidad, tiempo, recursos emocionales, espirituales y materiales hacia los menos y no alcanzados.
Tampoco queremos un amor demasiado amplio que vaya en contra de mis intereses: perdonar a otros, dejar de lado la venganza, dar ayuda material, espiritual y emocional. Es amar a los demás como a mí mismo. Muchas veces decimos que no podemos vivir un amor tan amplio. Esto lo lleva a Jonás a su peor crisis: para Jonás es preferible la muerte.
No quiso ir a Nínive porque conocía el amor de Dios y la amplitud de ese amor le causaba disgusto.
2. Deseamos justificar la desobediencia.
“Por eso me anticipe a huir a Tarsis, pues bien sabia que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes” (Jonás 4:2 b)
Jonás tenía una teología correcta, pero su obediencia dejaba mucho que desear. El se atreve a justificar su desobediencia mediante su teología. Jonás cita las palabras que Dios mismo había usado para describirse. Conocía el amor divino y sospechaba que Dios perdonaría a Nínive. Mejor teología no puede haber. La formula que él declara, se le vuelve a sí mismo como formula de acusación porque desobedece. Se escapa a la Tarsis teológica.
Dios quiere de nosotros, mas que una buena teología, una correcta obediencia. Cualquier teología que lleve a la desobediencia o sirva para evitar la obediencia, es mala teología.
Corremos el riesgo de ser como Jonás o mejor dicho ser tan ridículos como Jonás, sentarnos a lamentarnos que Dios no es como nosotros pretendemos y usar la palabra de Dios para justificar la desobediencia. Muchos dicen: “Los que no escucharon de Jesús se salvaran de alguna manera, será por su conciencia, Dios es justo, ¿para qué molestarlos?, hay tanto para hacer en nuestra nación”
Ninguna posición teológica debe negar que “toda la iglesia” debe ir a “todas las etnias” llevando “todo el evangelio”. Si negamos esto, negamos que ahora vivimos para Él. No hay cristianismo sin cruz. Implica una obediencia incondicional a Jesucristo.
¿De que compromiso nos encontramos huyendo?
A veces huimos de nuestro prójimo, de algún hermano que es difícil de enfrentar, de aquellos que me han hecho mal y no oramos por ellos; tampoco bendecimos a nuestros enemigos porque deseo como Jonás la destrucción para ellos.
Es mezquino pensar así, pero esto ¿es lo que nos enfurece?
¿Deseo que a otros les vaya mal para demostrar que yo tenia razón y se cumpla un sentimiento de juicio, venganza hacia los que me desconocieron, no me tuvieron en cuenta, me avergonzaron, abusaron de mí, etc.?
Sencillamente nos falta amor y perdón.
3. No queremos crucificar nuestra carne, nuestra vieja naturaleza, nuestro YO.
“Jonás salió y acampo al este de la ciudad. Allí hizo una enramada y se sentó bajo su sombra para ver que iba a suceder con la ciudad” “Para aliviarlo de su malestar, Dios el Señor dispuso una planta. La cual creció hasta cubrirle a Jonás la cabeza con su sombra. Jonás se alegro muchísimo por la planta”. (Jonás 4:5-6)
Jonás querría un resultado como el que tuvo Elías con los profetas de Baal
(Reyes 18:40). En respuesta a ese capricho, enojo y mal humor, Dios le da una lección por medio de la calabacera o planta
Jonás espera ver la destrucción de la ciudad, se hace una enramada, tipo choza y se sienta a esperar. Jonás construye una choza, pero Dios provee por gracia una planta. La choza le da sombra pero no lo libra de su malestar. La planta le dará sombra y el resultado es que “Jonás se alegro muchísimo por la planta”. Hay una aparente reconciliación entre Jonás y Dios. Si bien Jonás esta contento con Dios, Dios todavía no esta satisfecho con Jonás.
Podemos recordar el pasaje de Génesis 4:6 con Caín: “¿Por qué estas enojado? ¿Porque andas cabizbajo? Si hicieres lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tu puedes dominarlo.”
4. Las plantas muchas veces se nos secan y las cosas no salen como nosotros queremos. Necesitamos experimentar la Gracia de Dios.
“Pero al amanecer del día siguiente Dios dispuso que un gusano la hiriera y la planta se marchito” “Al salir el sol, Dios dispuso un viento oriental abrasador. Además, el sol hería a Jonás en la cabeza, de modo que este desfallecía” “Con deseos de morirse, exclamo: ¡Prefiero morir que seguir viviendo!. Pero Dios le dijo a Jonás: ¿Tienes razón de enfurecerte tanto por la planta? – ¡Claro que la tengo! Le respondió – ¡Me muero de rabia!. El Señor le dijo: “Tu te compadeces de una planta que, sin ningún esfuerzo de tu parte, creció en una noche y en la otra pereció. Y de Nínive, una gran ciudad donde hay… personas que no distinguen su derecha de su izquierda,… ¿no habría yo de compadecerme? (Jonás 4: 6-11)
Nosotros somos tan testarudos y porfiados como Jonás. Dios interviene sacando a Jonás de su comodidad y placer. Dios dispone un gusano y luego un viento solano. El gusano hirió la planta y esta se seca, a esto le sigue un viento seco y caluroso, sofocante, cortante. La choza queda destruida. El sol lo ataca en la cabeza a punto que desfallecía.
Nosotros queremos construir nuestras propias vidas y resolver con nuestras propias construcciones las diferentes situaciones que se nos presentan, pero solo lo que provee Dios por gracia es lo que trae alivio, da alegría, saca el malestar, nos hace estar centrados en su propósito.
La lección de la Gracia nos quiere llevar mas allá. Significa estar siempre agradecidos, cuando crece la planta y cuando la planta se seca. Es la gracia de Dios que esta actuando en nuestra propia vida y siempre nos quiere llevar a otro nivel de entendimiento, compromiso y dimensión.
A veces no somos “agradecidos” con todo lo que “ya tenemos”. No deseamos lo que ya tenemos y nos parecemos a un niño malcriado que tiene decenas de juguetes y patalea para que le compren otro. Nos olvidamos de todas las bendiciones.
Otras veces algo sale mal y nos parecemos a Jonás en su enojo. Un proyecto que no se da, alguien nos falla, no logramos la posición que pretendíamos, una enfermedad, un problema en la iglesia, falta de recursos, criticas, un problema familiar, se nos descompone algo en la casa o un choque con el vehículo y nos enojamos.
Cuando la calabacera se seca esto también puede ser señal del cuidado de Dios y no es menor que cuando la planta crece. Dios la hace crecer para cuidar y alegrar a Jonás pero Dios la hace morir para darle una lección. Esta planta seca es señal que Dios esta trabajando en nuestras vidas para que veamos otra dimensión. Es para llevarnos a vivir un nivel mas profundo de Fe, centrados en hacer su voluntad y depender de Él.
La vida del cristiano debe ser una vida que siempre sé esta ampliando. Que da nuevos pasos de Fe y asume nuevos compromisos. Es ver la amplitud de su amor por los no alcanzados y actuar en consecuencia..
¿Qué pasa cuando tu calabacera o la mía se seca? ¿Cómo reaccionamos?
¿Nos cuesta ver muchas veces que Dios esta actuando y desea comenzar otro proceso? La clave es ser agradecidos a Dios por lo que ya esta haciendo.
Muchas veces cuando Dios permite que determinadas cosas no progresen o bien se terminen etapas o procesos es para acercarnos mas a Nínive. Es hacia donde quiere que vayamos y le sirvamos. Si todo fuera alegría, paz y bienestar general en las iglesias nos olvidaríamos del resto del mundo.
Quizás nuestras calabaceras o plantas se sequen de vez en cuando para hacernos solidarios con un mundo de necesidad, donde el sol abrasa y no hay calabaceras con que cubrirse. Tal vez sentados frente a nuestras plantas secas Dios nos diga: “te dueles por esta dificultad ¿y no ves que yo me duelo por las grandes dificultades y dolores del mundo al que té envío?
Cada vez que Jonás se encuentra atrapado o desanimado pide por su Tarsis espiritual, prefiere la muerte a que seguir viviendo, es su ultima huida.
Nos encontramos con una persona que se enoja mucho porque Dios tiene misericordia para perdonar a Nínive y además se enoja demasiado cuando las cosas no salen como él quiere. Jonás se compadeció por la planta, pero estaba muerto de rabia, no fue perdonador. Su problema es no perdonar cuando algo no sale como esperaba. El enojo de Jonás es ridículo. En realidad no se lamenta por la planta sino por su propia incomodidad.
Jonás “el pastor” se sentó esperando que Dios cediera en su manera de pensar, mientras tanto Dios esta esperando por Jonases que cedan y que cambien en su manera de amar. Dios mira por los débiles e indefensos. No mira a cada nación por su poderío y si Dios le concede un día mas de vida es porque esta pensando en los desprotegidos que no saben distinguir la mano derecha de la izquierda. Dios sigue activo dirigiendo el proceso en medio de las naciones e invita a su iglesia a participar.
Los israelitas se reservaban todos sus privilegios y derechos en su relación con Dios pero no se daban cuenta que Dios estaba dirigiendo la historia de Nínive. No se unieron a la misión de Dios en el mundo. Hoy nosotros podemos correr el mismo peligro.
Ni una palabra se nos dice acerca de la respuesta del “pastor” Jonás, si volvió o no a Israel. No hay respuesta porque realmente lo importante no es lo que Jonás respondió sino lo que los pastores siervos en el día de hoy respondemos en situaciones semejantes.
¿Qué actitud tomaremos? Hay una pregunta y se espera una respuesta. Cada nueva generación de cristianos y de pastores siervos deben contestarla.
Si una persona acepta la sangre de Jesús para tener vida eterna y sin embargo se niega a esparcir las buenas nuevas entre otros, esta en efecto saboteando el propósito de Dios mismo. Jonás es el padre de todos aquellos cristianos que desean los beneficios de la elección, pero rechazan su responsabilidad.
Jonás e Israel fueron creados para convertirse en siervos de alcance global. Luz a las naciones… pero en el cumplimiento del llamado terminan filmando la película El Fugitivo. Mas perdidos que Job en el día del amigo. A nosotros nos puede estar pasando lo mismo.
Conclusión y Apelación
“Esta generación malvada y adultera busca una señal milagrosa, pero no se le dará mas señal que la de Jonás” (Mateo 16:4)
En un mundo que busca señales y las iglesias también, no se nos dará otra señal que la señal de Jonás. Queremos respuestas pero la única señal valida es la de Jonás.
La señal es que los Ninivitas estaban más dispuestos a escuchar y obedecer a Dios que el profeta Jonás. La señal de la reina de Saba que muestra mayor sabiduría que Salomón. La Señal de Jesús por lo cual el crucificado reina, los pobres reciben las buenas nuevas y los que están lejos son traídos cerca. (Mateo 12:38-45, Lucas 11: 29-32). Lo que tienen menos posibilidades son los que más responden.
Jonás había obedecido a Dios yendo a Nínive. Predico el mensaje de Dios; pero en su actitud le faltaba amor. Jonás sabía cual era el carácter de Dios pero huyo. No quería que otros tengan la posibilidad de perdón y salvación.
Dios actúa, le muestra a Jonás lo absurdo que es pensar solo en él y su propia comodidad. Lo confronta con su egoísmo: no buscar el bienestar de los demás. El amor de Dios se quiere derramar hacia todos, es un amor entrega, decisión de la voluntad, no egoísta, busca dar el bienestar mediante la liberación del pecado.
Aunque Dios castiga la desobediencia, sigue deseando dar misericordia. Dios tiene interés por todo los no alcanzados donde ellos se encuentren. Pide a sus siervos e iglesia que les lleven el mensaje de las buenas nuevas.
Como Cristianos y Pastores Siervos somos llamados a “oír a Dios, creer en Dios, trabajar de acuerdo a sus planes”. Implica comenzar procesos, guiarlos, darle seguimiento, continuidad, entrenar a toda la iglesia para que sea “una iglesia de alcance mundial”. Podemos hacerlo, debemos hacerlo, hay que hacerlo porque entendemos la Señal de Jonás.
Carlos Scott