La verdad revelada en Jesús

Vivimos en medio de un mundo que ha aceptado la subjetividad y el relativismo. Más allá de la profundidad filosófica que existe detrás de estas palabras y su desarrollo en la evolución del pensamiento a lo largo de las épocas, esto tiene una implicación práctica en nuestra vida cotidiana. 

Nuestra sociedad actual ha aceptado que tú puedes creer una declaración que es completamente opuesta a la que yo creo y que ambas pueden ser “verdad”. Si alguien dijera que el cielo es verde y otra persona dijera que es azul nosotros lo veríamos risible, pero es lo mismo que sucede cuando postulamos que el budismo y el cristianismo son dos religiones distintas y ambas son verdad. El mundo ha disfrazado de tolerancia una postura donde todos pueden defender sus pensamientos sin un criterio inamovible como la verdad absoluta.

¿Qué dice la Biblia sobre la verdad?

Hace casi dos mil años, un gobernador romano le hizo una pregunta profunda, aunque familiar, a un hombre que estaba a punto de ser ejecutado: “¿Qué es la verdad?” (Jn. 18:38). Esta pregunta pudiera parecer fuera de lugar cuando el juez es la persona que está haciendo el cuestionamiento al acusado. Sin embargo, esto es lo que sucede después de que Pilato escucha las palabras de Jesús en su interrogatorio:

El gobernador, que escucha una turba pidiendo la muerte de un hombre que él considera inocente, hace esta pregunta con un tono cínico. La pregunta de Pilato no es la de alguien interesado en la verdad sino uno que está en medio de un mundo que proclama cada uno su propia verdad. 

Al respecto, Stier comenta: “A los romanos únicamente les preocupaba lo que se HACÍA; no los sueños como a los judíos o la filosofía como a los griegos”. Pilato nos muestra con su pregunta la misma relatividad en medio de su sociedad y le parece irrelevante pensar en la verdad, aun si está en un juicio donde debería de buscarla. J. C. Ryle habla de Pilato de la siguiente manera: “Es el comentario frío, escéptico y sarcástico de un mero hombre del mundo que había llegado al convencimiento de que no existe tal cosa como la Verdad.”

Sin embargo, la Escritura nos da testimonio de que Jesús no sólo estaba diciendo la verdad ante su juez sino que esto debe representar un ejemplo para nosotros. Pablo dice a Timoteo que este momento fue testimonio de la misma buena profesión que él debe testificar hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo (1 Ti. 6:13-16). 

La verdad debe ser importante para el creyente ya que representa más que un dogma religioso. Al realizar un estudio de la palabra ‘verdad’ en la Reina Valera 1960, esta palabra aparece traducida 184 veces en el Antiguo Testamento y 168 veces en el Nuevo Testamento. 

Sus referencias en el Antiguo Testamento no sólo hacen alusión a algo que es en su esencia veraz sino que es fiel, seguro y ciertísimo como sucede con emet(אֶמֶת) , emuna (אֱמוּנָה) y hasta con la palabra hebrea bien conocida por nosotros amen (אָמֵן). A su vez, la mayoría de las referencias del Nuevo Testamento hacen alusión a la palabra griega aletheia (ἀλήθεια) y sus derivados, y nos indican algo recto, a algo que es equivalente a la realidad. Es decir, estas palabras no hacen referencia a algo subjetivo sino a aquello que todos podemos visualizar como cierto.

Si volvemos a nuestro ejemplo, todos decimos que el cielo es azul no porque depende de nuestro sentir sino porque así es. Por lo tanto, es importante hacernos la siguiente pregunta…

¿Cómo conocer la verdad?

En primer lugar, debemos tener claro que la verdad es objetiva y absoluta porque proviene de Dios.  Deuteronomio 32:4 declara al Señor como el Dios de verdad; es porque Él es veraz que su obra es perfecta, donde la fidelidad, la justicia y la rectitud convergen en una Persona:

Dado que la verdad proviene de Dios, no hay manera de encontrarla de otra forma. Esto no significa necesariamente que todos los datos comunes de la vida se encuentran en la Biblia, pero sí quiere decir que no podemos encontrar verdad fuera de la Persona y la Obra de Dios. Hallamos la verdad al estudiar la creación de Dios, de manera que aun las leyes judiciales y teorías científicas deben encontrar su fuente en la realidad de la revelación general de Dios.

Es en Él donde el clamor de los salmistas se vería personificado, no sólo como la búsqueda de lo que prometía la ley sino como la forma de vivir su vida:

Sin embargo, la revelación especial de Dios que encontramos en la Biblia no se presenta para nosotros como un manual de vida solo porque tiene la verdad absoluta. Por milenios, la sociedad encontró una brújula moral en las Escrituras dado que aceptaba sus valores objetivos y absolutos como estándar social. Ha sido con la llegada del humanismo, que desde el siglo XVI se ha buscado sacar a Dios de la ecuación y de la vida de la sociedad.

De ahí que el relativismo se haga tan popular. Es el deseo de controlar la realidad lo que lleva al relativista a buscar su propia verdad. El filósofo ateo John Searle revela qué hay detrás del relativismo: «Satisface un impulso esencial de poder. Por alguna razón, parece vergonzoso que debamos estar a merced del “mundo real”»

Y eso va en contra de la suprema verdad presentada por todas las Escrituras. Jesús le dijo a Pilato que vino al mundo para dar testimonio de la verdad. Esa verdad no se trata de un dogma, una corriente de pensamiento o una cosmovisión sino de Él mismo porque Él es Dios. Jesús se proclama justificadamente como “el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14:6).

Cuando hacemos un estudio de la palabra verdad nos daremos cuenta que es el Evangelio de Juan quien más usa esta palabra, siendo 25 de las 30 veces que aparece, referencias a la verdad en sí misma. Es el apóstol Juan quien nos presenta a Jesús como la Palabra Encarnada, Dios mismo hecho hombre viniendo al mundo para revelar al Padre. 

Jesucristo como origen y testimonio de la Verdad

La verdad que Jesús proclama procede de Dios (Jn 8:40), sale de los labios de Dios, que nunca cambia. Pero su Palabra no es proclamada solo para que la sepamos sino para que nos apropiemos de ella. Jesús dijo también a Pilato: “…Todo el que es de la verdad escucha Mi voz». (Juan 18:37, NBLA)”.

Su verdad no cambia porque Él no cambia y tiene un propósito que no resultará en vano (Is. 55:10-11).  Santiago nos describe ese propósito al decir que el Dios inmutable “nos hizo nacer por la palabra de verdad(Stg. 1:17–18).

La verdad de las Escrituras es más que una guía moral para nuestra vida, es la presentación de Jesús como la verdad que necesitamos para realmente tener vida. Colosenses lo expone como la esperanza de gloria, el misterio revelado para que Cristo viva en nosotros (Col. 1:27).

Jesús lo explicó a sus discípulos en el Aposento Alto diciéndoles “yo soy el camino, la verdad y la vida”. Juan 14:6 nos indica no sólo una verdad absoluta sino el único medio para llegar a Dios y ese es Jesús. Pablo también lo señaló como el único mediador entre Dios y los hombres (1 Ti. 2:5). El Señor dice a sus discípulos que es por medio de conocerle a Él que ellos podrían morar con Dios por siempre en las moradas eternas (Jn 14:1-3; 23-24).

Por eso el apóstol Pablo nos dice que dio testimonio de la buena profesión (1 Ti. 6:13). Jesús reveló por medio de sí mismo la verdad de la redención que sólo hay en Él, la cual sólo el Dios Trino puede revelar y que tanto necesita el hombre para su redención. Es lo mismo que el salmista clamaba cuando dijo: “En tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.” (Salmo 31:5).

Si nosotros no creemos en Jesús, la verdad pierde su importancia porque no habremos entendido que el Rey no soy yo como para modificar la verdad y con ello la realidad sino que Él es el único soberano sobre la tierra y que ha dejado su verdad para que nos acerquemos a Él.

¿Cómo dar testimonio de la verdad en medio de un mundo distorsionado por la mentira?

Como hemos visto, rechazar la verdad no es nada nuevo. Pilato abandonó la sala con su pregunta y se complació a los judíos que pedían la muerte de Jesús aun cuando eso fue injusto. Grant Osborne comenta sobre la actitud de Pilato lo siguiente:

Nuestro mundo prefiere creer en la mentira, llamándole ‘su verdad’ en vez de rendirse a la realidad que conlleva el evangelio. Somos pecadores destituidos de la gloria de Dios (Ro. 3:23) que merecen el infierno y la condenación eterna (Ro. 6:23) pero que, por medio de la redención que hay en Cristo Jesús (Ro. 3:24; Ef. 1:7), Él more en nosotros de modo que podamos vivir de acuerdo a su verdad (1 Co. 1:30-31).

Sólo el evangelio transformará nuestras vidas de manera que la verdad nos haga libres (Jn. 8:32). Por lo que debemos de saber que en el mundo tendremos aflicción y personas que rechacen la verdad pero el Señor ha dejado a su Espíritu de Verdad para que podamos seguir testificando de Cristo (Jn. 16:13; 33).

A su vez, debemos comprender que el incrédulo rechaza la verdad, no porque no la sepa o entienda sino porque ha decidido rechazar al Dios de la verdad (Ro. 1:25). Las Escrituras señalan que así es nuestra naturaleza, y ésta es contraria a la de Dios (Ro. 3:3-4). Por lo que nosotros debemos de estar preparados en la verdad como para presentar defensa congruente al evangelio que ha transformado nuestras vidas (1 P. 3:13-16). Pedro liga la defensa de la fe a una buena conducta a pesar de la calumnia porque entendemos que somos peregrinos y extranjeros en este mundo relativista (1 P. 2:11-12).

¿Cómo le ha ayudado Logos a descubrir la verdad revelada en las Escrituras?

El Señor ha dado medios de gracia a su iglesia como para presentarnos como obreros que no tienen de qué avergonzarse por su buen manejo de las Escrituras (2 Ti. 2:15). Es tarea de la iglesia enseñar y ejemplificar la verdad revelada en la Biblia dado que ésta es columna y baluarte de la verdad (1 Ti. 3:15).

Creo que uno de los medios que el Señor en su gracia ha provisto a nuestra generación es el Software Bíblico Logos. Conectar en segundos las verdades de las Escrituras ya sea por las referencias cruzadas, el estudio de palabras o la gran biblioteca que nos dejaron otros hermanos en la fe es de muchísima bendición en el estudio de la Santa Palabra de Dios. 

Para pastores y teólogos es una bendición cargar en sus dispositivos miles de libros y herramientas que les ayudan a trazar bien la palabra de verdad (2 Ti. 2:15). Sin embargo, eso no es exclusivo de los estudiosos. He podido ver la riqueza que trae a la vida de los laicos y de cualquier creyente en la congregación poder tener con facilidad medios útiles para su estudio personal de la Biblia.

Deseo animarte que si tienes esta herramienta puedas aprovecharla al máximo no sólo para otros sino para ti. Que tu oración pueda ser la del salmista cuando dijo: 


 J. C. Ryle, Meditaciones sobre los Evangelios: Juan, ed. Elena Flores Sanz, (Moral de Calatrava, España: Editorial Peregrino, 2004–2005), 3:302.

J. C. Ryle, Meditaciones sobre los Evangelios: Juan, ed. Elena Flores Sanz, (Moral de Calatrava, España: Editorial Peregrino, 2004–2005), 3:307–308.

 Craig L. Blomberg, Biblia de Estudio de Apologética: Preguntas reales, Respuestas directas, Fe más profunda, 2011, 1465.

Grant R. Osborne, Juan: Versículo a versículo, Comentario Osborne del Nuevo Testamento, (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2020), Jn 18:33–38a.