La noche en que fue entregado, Jesús celebró la Pascua con sus discípulos. Esta fiesta judía conmemoraba la salida de Israel de Egipto y su liberación de la opresión.
El mandato se encuentra en Éxodo 12 y Números 9:9-14. Cada familia sacrificaba un cordero al atardecer, y a medianoche lo comía con pan sin levadura y hierbas amargas. También marcaban los postes de sus puertas con la sangre del sacrificio, confiando en la protección de Dios.
“Pascua” viene del hebreo pesakh, que significa “pasar por alto” o “preservar” y simboliza cómo Dios perdonó a quienes marcaron sus puertas con sangre.
Esta celebración precedió a la liberación de Israel, simbolizando su confianza en que Dios los salvaría. Se conmemoraba cada año para recordar ese momento crucial, y ahora Jesús, en su última cena, le daría un nuevo significado.
El significado de la Pascua cristiana

Jesús cantó los cantos que acompañaban la celebración, también comió el cordero y las hierbas amargas, sin embargo, esa noche la cena comenzó una nueva celebración. Al partir el pan y beber el vino señaló el recuerdo de su ofrenda redentora: su cuerpo sería partido y su sangre derramada por el pecado. El nuevo pacto sería inaugurado.
Este sacrificio sucedió al siguiente día.
La Pascua ya no es solo una fiesta judía, sino que nos recuerda que, al igual que en Egipto, y como dice Romanos 3:24-25, fuimos “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”.
Cada año, el mundo occidental celebra la Semana Santa, recordando la muerte de Jesús en una cruz romana y su resurrección el domingo. No obstante, eso no significa que entiendan el valor del evento y su trascendencia.
La muerte de Jesús en la cruz y su resurrección nos da el mensaje de redención y esperanza. No es solo un mensaje reflexivo o ejemplar, sino que en la cruz, todo pecador encuentra el único camino hacia la redención.
El evangelio de la cruz no solo cambia nuestro destino eterno, sino también nuestra vida, deseos y afectos, transformándonos en nuevas criaturas. (1 Co. 1:18, 21-23; 2 Co. 5:14-17).
La Pascua y la transformación personal
Ahora tenemos victoria sobre el pecado y la muerte por la fe en la obra de Jesús. Romanos 5:1-5 nos señala como nuestra justificación nos da paz y acceso al Padre aun en medio de un mundo con dificultades. A su vez, Romanos 6 nos señala nuestra unión con Cristo, nosotros morimos al pecado en su muerte y somos resucitados para andar en vida nueva.
En su muerte hemos sido justificados y unidos a Él, pero también lo hemos sido con su resurrección. Pablo describe nuestra nueva vida de esta manera en Gálatas 2:20.
En Efesios 5:1-2, se nos llama a imitar a Jesús como hijos amados dado que Él se ofreció en sacrificio por nosotros. Al leer el resto del capítulo, se nos invita a estar llenos del Espíritu. Esto debe influir en nuestra vida de adoración y gratitud en todas las áreas.
El apóstol Pablo, en Filipenses 2:3-4, define nuestra manera de pensar, llamándonos a ver la vida reflejada en la muerte y exaltación de Jesús. Por eso, nos exhorta a no jactarnos, ya que nuestra gloria es Cristo y su obra en la cruz (1 Co. 1:28-31).
Impacto de la Pascua en nuestras relaciones
La Pascua no es solo un evento que recordamos. Es el hecho que fundamenta el evangelio. Este evangelio ha cambiado nuestras vidas, tanto a nivel personal como en nuestro entorno.
En el camino a Emaús, Jesús destaca que la Pascua es el tema central de las Escrituras. La Pascua es clave en el mensaje de la Biblia y el evangelio. (Lc. 24:25-27).
No podemos cumplir el gran mandamiento de amar a Dios y a nuestro prójimo si no entendemos que Él se ofreció por nosotros como nuestra Pascua. (1 Jn. 4:10-11).
La carta a los Hebreos nos muestra cómo la razón por la cual nos llamamos hermanos es por el sacrificio de Cristo (He. 2:9-11) y como esto nos conecta a su glorificación.
De modo que la vida cristiana no es una carrera individual sino una en que todos los creyentes nos exhortamos cada día. La manera en que retenemos nuestra fe hasta el fin requiere de que nos animemos unos a otros en nuestra lucha contra el pecado. (He. 3:14; 10:23-25).
Pablo nos dice en Colosenses 2:19 cómo debemos alimentarnos en el cuerpo que es su Iglesia. Esto es posible gracias a nuestro bautismo en Jesús. Hemos muerto y resucitado por el poder de Dios para vivir plenamente en Él.
La Pascua y nuestra misión como cristianos
Ser cristianos implica vivir de manera diferente a los demás. Pablo lo expresa en 1 Corintios 5:7-8, en un caso escandaloso dentro de la iglesia, señalando que ni siquiera los gentiles vivían de tal manera.
En este pasaje, se nos pide dejar atrás la “vieja levadura” de la malicia y la maldad. Debemos vivir con “pan sin levadura”, que simboliza sinceridad y verdad.
El Señor lo expresó de la misma manera en Marcos 8:15-17. En este capítulo, vemos que no importaban las señales que daba. Lo importante era que Él era el Cristo y su mayor obra era su sacrificio. La consecuencia de entender eso sería una vida definida por su cruz.
Nuestra vida debe reflejar la muerte de Jesús y su vida en nosotros, por el poder del Espíritu que lo resucitó (Ro. 8:11). No obstante, nuestras palabras también deben predicar el mismo mensaje.
Prácticas para vivir la Pascua diariamente
¿Cómo vivimos esta vida diferente en la que el evangelio nos salvó y nos santifica por la muerte y resurrección de Jesús?
Teniendo comunión con Dios
La Pascua nos ha conectado con Jesús. De manera que la lectura bíblica y la oración son vitales. No se trata del mero cumplimiento de disciplinas, sino del deseo de escuchar la voz de Dios y hablar con Él.
Participación en la comunidad de fe
La iglesia ha sido instituida por el Señor como el medio de gracia para el creyente en el que todos estamos conectados entre nosotros a Él. No puedes vivir su muerte y resurrección a expensas del cuerpo. De manera que no solo es importante tu asistencia sino tu pertenencia. Conoce y date a conocer a otros creyentes de manera que puedan vivir juntos la Pascua.
Aplicación de los valores del evangelio en el día a día
Pregúntate día con día: ¿Jesús tomaría esta decisión financiera? ¿Cómo me enseña la Biblia que debo actuar? ¿Mi respuesta honra el sacrificio de Jesús por mis pecados? ¿Mi vida realmente demuestra los valores del evangelio?
La Pascua transforma nuestra vida. Para nosotros va más allá de un evento religioso o un hecho, es el eje clave del evangelio. Cristo murió por mis pecados y los pagó en la cruz y me dio vida por medio de su resurrección para vivir para Él.
Ahora tenemos un llamado a vivir con propósito y esperanza en Cristo. La gracia se ha manifestado en nosotros para vivir piadosamente con la esperanza de gloria.
Caminamos día a día recordando que el cordero pascual ha sido sacrificado y nosotros hemos creído en Él para que Dios pase por alto nuestros pecados y ser glorificado en ser nuestra justicia.
Por lo que hoy, moriremos a nuestros deseos, nuestros afectos y a toda acción que se levanta contra Cristo para que Cristo, nuestra vida, se manifieste a nuestros hijos, nuestros compañeros de trabajo y nuestra iglesia.