El Liderazgo en la Iglesia y Cómo Fortalecerlo

el-liderazgo-en-la-iglesia-y-como-fortalecerlo

El liderazgo en la iglesia tiene un papel imprescindible para su desarrollo y el fortalecimiento de su vida espiritual. El Señor ha establecido obispos, ancianos y pastores. Aunque este último término aparece solamente una vez como cargo religioso, la palabra “apacentar” refleja la función de cuidar el rebaño del Señor.

En Hechos 20:17-23, leemos cómo el apóstol usa estos tres conceptos de manera intercambiable dando a entender que se trata del mismo cargo y función.

Esta labor es irremplazable. Aunque hoy no es común que un discípulo siga a su líder espiritual, la Biblia nos enseña algo importante. Dios les ha dado un papel esencial, el cual ayuda en la maduración, el crecimiento y el perfeccionamiento del cuerpo de Cristo.



¿Por qué es crucial el liderazgo en la iglesia?

El Señor ha establecido el liderazgo porque todo lo hace con un orden. Esto permite la edificación del cuerpo, el uso de los dones espirituales y el crecimiento reverente en el Señor, en paz y verdad.

Desde el principio el Señor ha usado la mediación para llevar a cabo su voluntad. Creó a la humanidad para administrar la creación. Envió a Jesús para mediar salvación y en el futuro gobernar terrenalmente en el reino mesiánico de justicia a las naciones.

Así mismo le ha placido utilizar hombres y también mujeres, llamados por Él, para administrar con orden la Iglesia.

Sin liderazgo en el pueblo de Dios, existe solamente anomia, “falta de ley”, y una religión basada en llaneros solitarios que no rinden cuentas. Esto está matando a la Iglesia en el siglo XXI. Cuando no hay conocimiento, el pueblo de Dios perece.

Cuando los pastores descuidan su rebaño, ignorando las anomalías, falsas enseñanzas, o buscando su propio beneficio, surge devastación, engaño, división y muchas almas pueden perderse. No en vano Pablo advierte a toda la Iglesia y a los obispos de Éfeso de esta posibilidad: 

“Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno”. (Hch. 20:29-31, RV60). 

John Stott, en El mensaje de Hechos, comenta sobre la advertencia de Pablo: “Los pastores de Éfeso debían estar alerta, como Pablo les advirtió constantemente como estuvo con ellos”. Nos basta con leer ambas cartas a Timoteo y la carta a Éfeso en Apocalipsis 2:1 para saber que lo que Pablo predijo, sucedió. Quizás de haber sido los pastores más vigilantes no habría ocurrido.

La labor de entregar la enseñanza original, enseñarla correctamente y salvaguardar el Evangelio nunca puede ser pasada por alto. Este llamado al liderazgo es crucial para el éxito de la obra de Dios. Por eso Pablo le decía al pastor Timoteo que sea un obrero que no tiene de qué avergonzarse, sino que traza bien la Palabra de Verdad.  

Características de un buen liderazgo

Humildad, paciencia y mansedumbre

Como un gran líder, Moisés supo abordar conflictos de una manera pastoral y prudente. Cuando todo el pueblo se rebeló, nunca dejó de ser un intermediario de Israel. Quería que sus hermanos no fueran consumidos por la ira de Dios. Incluso, dialogó con Dios acerca de su reputación entre las naciones y el amor a su pacto.

Esta dedicación y autocontrol deben ser esenciales en todo líder que Dios elija. El enfoque en el perdón, la misericordia y la intercesión ayuda a la Iglesia a dar buenos frutos.

Por ello, las Escrituras nos dicen que no había un hombre más manso sobre la tierra, sino Moisés. Ello nos recuerda las palabras del apóstol que nos dice que el obispo no debe ser contencioso, sino amable.

Un buen líder no reprime el trabajo de otros. Abre oportunidad a los demás para poder experimentar el ministerio. La consecuencia será que la obra se expandirá de una manera gradual y consistente. 

Aun así, Moisés fue firme cuando era necesario. Hizo esto por el bien de la obra de Dios. Buenos ejemplos de esto son el problema del becerro de oro y la rebelión de los hijos de Coré.

El líder espiritual desea frenar los efectos que trae el desorden y no fomentarlos. Llora por la rebeldía de otros no por la afrenta a su renombre, sino por su alejamiento de Dios y como fin, su perdición. A pesar de esto, esta autoridad suave que usa el Espíritu Santo no es un signo de debilidad. No es lo que algunos llaman “falta de colmillo”.

A veces, se necesita una reprensión fuerte como la de Pablo hacia Pedro. Esto fue por llevar a los gentiles a judaizar y avergonzarse de ellos. Sin embargo, todo esto busca el bien del Evangelio y del alma del reprendido. Este último reconoce las consecuencias de sus actos.

Oración constante, visión y buena administración

La difícil tarea de volver a Jerusalén y asegurar la ciudad con nuevas murallas no se habría logrado sin la cuidadosa supervisión de Nehemías. Su habilidad para la organización y sobre todo, la planeación, se deja ver desde sus primeros dos capítulos de su libro.

Aquí se deja ver que administrar no está peleado con orar. El hombre de Dios lloraba y oraba al Señor acordándose de los pecados que su pueblo había cometido.

Pidió al Señor con súplica y llanto que, con su misericordia, les permitiera regresar a la tierra que él les había dado por posesión. No se puede dirigir a toda una nación si no se es un hombre de petición. 

Esto reflejó visión para alcanzar los objetivos y, además, una mente precavida que tiene en cuenta sus recursos y una estrategia clara. Así Jesús, el pastor de pastores, nos recordó lo mismo en Lucas 14:28: Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? 

Cómo fortalecer el liderazgo en la iglesia

Un material de excelencia, el cual podemos encontrar en Logos Español, es la Colección de Liderazgo – Dúo de Tyndale (2 vols.). En el libro “Grandes Líderes” de George Barna y Billi Dalas, aprendemos tres cosas importantes. Estas cosas son difíciles, pero ayudarán a tener éxito al dirigir la Iglesia.

  • Enseñar para que otros aprendan.
  • El líder debe poder comunicar con autoridad emocional y moral.
  • El líder debe vivirlo.

En otras palabras: “El liderazgo tiene que ver con escuchar, aprender, ayudar y dirigir, en ese orden”.

Colección de liderazgo - Dúo de Tyndale (2 vols.)

Por eso, Pablo le dice a Timoteo en 2 Timoteo 2:2 que enseñe lo que ha aprendido a hombres capaces de transmitirlo con pureza e integridad, de generación a generación.

Es necesario que la Palabra de Dios sea el fundamento de toda congregación. Se debe enseñar, vivir, exhortar y personificar. Así las personas que están sujetas a cada pastorado sano, crecerán íntegramente y con la correcta verdad.


En una época donde cada vez es más difícil que las personas se sujeten, lo que necesitamos son líderes mansos, contundentes, preparados, y capacitados. La iglesia tiene que poner manos a la obra en profesionalizar a su equipo de trabajo.

Hacer uso de herramientas para ello es bueno, pero solo la dirección del Espíritu Santo logrará el resultado esperado. Los líderes deben amar la Palabra de Dios y tener toda la intención de replicar el discipulado cristocéntrico en cada tarea. Es sin duda, una labor ardua, pero que cobrará con fruto de justicia y una comunidad redimida para a gloria de Dios.