El increíble llamado de la maternidad

El increíble llamado de la maternidad

La madre moderna no siempre quiere ser identificada como madre. Tenemos nombres e identidades de mucha mayor importancia. Incluso la mamá cristiana preferiría mantener su identidad de madre bajo control.

La otra mañana como de costumbre me desperté antes que mis hijos, lo primero que hice fue arrodillarme en mi cama y empezar a orar. Mientras oraba, llegaban a mi mente pensamientos acerca de mi identidad, ¿Quién soy? Fue en ese momento cuando me llené de gozo al entender que soy una madre, y es parte de quién soy. Para mis hijos, ese es mi nombre: Mamá.

La madre moderna no siempre quiere ser identificada como madre. Tenemos nombres e identidades de mucha mayor importancia. Incluso la mamá cristiana preferiría mantener su identidad de madre bajo control. “Primero y ante todo soy cristiana”, podríamos decir, lo cual es cierto y bueno. Primero y ante todo, estamos unidas a Cristo. Él nos ha redimido y, por lo tanto, nuestras identidades están envueltas en su justicia. Pero esto no significa que debamos negar la importancia de ser madre.

En lugar de desechar el título de madre, debemos reconocer el verdadero significado de este nombre. Un gran ejemplo de la importancia de una madre se encuentra en el relato bíblico de Timoteo. Timoteo era el hijo de una madre judía creyente y un padre griego incrédulo (Hechos 16:1–2). Y obtenemos información crucial sobre su madre, Éunice.

Timoteo era un joven pastor y el hijo en la fe de Pablo (1 Timoteo 1:2). Pablo amaba a Timoteo por su fidelidad a los textos sagrados y por su amistad (2 Timoteo 3:15, 10–11). Cuando todos abandonaron a Pablo durante su encarcelamiento en Roma, Timoteo permaneció fiel a Pablo a través de oraciones y lágrimas (2 Timoteo 1:3–5). Pablo fue grandemente impactado por el ministerio y el amor de su discípulo. Y Pablo atribuye la fe y el carácter de Timoteo al testimonio fiel de su madre y su abuela.

Pablo hace referencia al legado de estas mujeres en dos lugares. Primero, vemos su influencia cuando Pablo agradece a Dios por Timoteo y su fe. Le recuerda que su fe sincera primero habitó en su abuela Loida, y luego en su madre Éunice, y “ahora, estoy seguro, también habita en ti” (2 Timoteo 1:5). Más tarde, Pablo anima a Timoteo a mantenerse firme en la palabra, sin dejarse engañar bajo la persecución que seguramente proviene de aquellos que siguen a Cristo (2 Timoteo 3:12–14). Aquí de nuevo Pablo recuerda a Timoteo la palabra que aprendió y en la que firmemente creyó desde una edad temprana, “desde la niñez” (2 Timoteo 3:15).

Para el contexto de ser madre, la historia de Timoteo es muy significativa.

Para el contexto de ser madre, la historia de Timoteo es muy significativa. Éunice y Loida pusieron mucho empeño en enseñarle acerca de Dios a Timoteo desde una edad muy temprana. El evangelio fue transmitido a Timoteo y de Timoteo a otras generaciones. Más importante aún, sabemos por la fe que Timoteo se encuentra ante la presencia de Cristo, por y para siempre.

Queridas madres, Dios nos ha llamado a educar a nuestros hijos en el camino en el que deben andar (Proverbios 22:6). Esto es obra de la Gran Comisión. No necesitamos desechar nuestros títulos como madres, todo lo contrario, aprovechemos nuestros títulos por lo que significan para la gloria de Cristo. Podemos abrazar nuestros roles sin quejarnos y con la plena seguridad de la bondad soberana de Dios. Recordemos que Él nos promete que si permanecemos fieles en un mundo en tinieblas (y eso incluye a nuestros hijos), sabremos que nuestro trabajo no fue en vano (Filipenses 2:12–16).

En este lado del cielo puede que nunca sepamos el significado de nuestra maternidad, pero conocemos el de Loida y Éunice. Como resultado de su fidelidad al abrazar su papel como madre en la vida de un pequeño llamado Timoteo, generaciones de pecadores han sido salvadas.

Este fragmento se toma de “Suficientemente madre: La esperanza y el corazón de una madre que descansa en Dios”, escrito por Trillia Newbell.

Artículo original tomado de Word By Word.