¡Wow! ¿Cómo puedo abrazar con confianza un nuevo año cuando el planeta en el que vivo, como nunca antes, está cargado de incertidumbre? Ya no es asunto de siglos, en las últimas décadas el mundo se ha vuelto más complejo: Amenazas de pandemias que como el COVID no conocen fronteras; globalización que ha interconectado a las naciones y a sus malas decisiones políticas. Mercados cuya solvencia depende de complejos sistemas financieros. Naciones endeudadas hasta el cuello aún de las que antes fueran las más solventes. ¡Y ni siquiera mencioné el declive moral que amenaza a una de las instituciones más fundamentales de nuestra sociedad: el matrimonio! ¿Existe alguna respuesta esperanzadora?
La verdad es que desde que Pablo escribió a Timoteo caracterizó los últimos tiempos como malos: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” con estos no me refiero a que estamos ya en la tribulación, sino que en el Nuevo Testamento, los últimos tiempos equivalen a lo que Pablo designó en Efesios como “la dispensación del cumplimiento de los tiempos”, es decir desde la primera venida del Señor hasta el final”. Algo que es seguro, según estos versículos, es que el mundo no no habrá de mejorar.
A pesar de todo, podemos afrontar el nuevo año con confianza, sabiendo que la providencia de Dios siempre ha conducido a su pueblo a través de tiempos turbulentos. El éxodo de Israel de Egipto no fue un paseo en el parque, estuvo lleno de drama. Asimismo, los cautivos transportados a Babilonia no fueron tratados como reyes. Lo mismo se puede decir de los tiempos turbulentos durante el imperio Medo Persa, el imperio Griego, y ni siquiera hablar del imperio romano. Sin embargo, ninguna de estas situaciones obstaculizaron las oraciones del pueblo de Dios ni detuvieron los planes acerca del Mesías.
Seguramente el nuevo año traerá nuevas incertidumbres. Pero pase lo que pase, hay cosas que siguen siendo certeras e inamovibles, Dios jamás dejará de responder a las oraciones de sus santos, y preservará a aquellos que verdaderamente permanecen en Él, pues las Escritura afirma que “…el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.