Muchos de los que nos hemos aventurado a participar en actividades evangelísticas públicas nos hemos topado con todo tipo de personas. Desde los que son abiertos y amables, hasta los ateos recalcitrantes. Entre esos dos extremos hay un espectro de actitudes y trasfondos diferentes, sin embargo, algunas ocasiones surge una serie de preguntas que como cristianos puede que no tengamos respuestas tan claras y bien definidas, independientemente de la actitud que presentan las personas que nos las hacen. Esas preguntas a las que me refiero tienen que ver con la Biblia, su origen, preservación y cómo llegó a nosotros hasta la actualidad.
Aunque algo extenso y lo más robusto posible, este artículo resultará insuficiente para cubrir todos los detalles que involucra conocer y entender el proceso de cómo se estableció la lista de libros que llegarían a conformar la Biblia y cómo es que se realizó el proceso de copiado y análisis de los papiros y pergaminos a lo largo de los siglos. Con todo, es un punto de partida tener claras algunas ideas, nombres y hechos que iluminen nuestra comprensión de cómo un grupo de textos antiguos con el poder de transformar a millones de individuos de todas las naciones llegó hasta nuestras manos.
Persecución del Cristianismo y su Consolidación en el Imperio Bizantino
Lamentablemente muchas personas afuera de la Iglesia tienen ideas vagas sobre cómo fue conformada la Biblia, haciendo más caso a la Ciencia Ficción que a una comprensión del proceso histórico que hay detrás del libro más vendido de la historia. Para empezar, tener claro que los textos originales del Antiguo y del Nuevo Testamento ya no existen, como tampoco los originales de ninguna obra clásica de la Antigüedad. Este hecho no debería generar ninguna desconfianza, dado que a pesar de su origen divino y la obra providencial de preservación, la Biblia no bajó del Cielo de forma milagrosa, sino que ha seguido el proceso de otros documentos para llegar a nosotros, aunque de hecho lo ha logrado con mayor eficacia.
Algo muy importante a tener en mente es que el proceso de consolidación de un conjunto de libros definidos por parte de la Iglesia ocurrió estando bajo persecución.
Alrededor de este tema hay algo de desinformación, como si los primeros siglos de la Iglesia hubieran estado marcados por una comunidad cristiana constituida por líderes corruptos sedientos de poder con el cual engañaban a las masas mientras recibían beneficios por su cargo, cuando más bien un conocimiento básico de la Historia de la Iglesia deja claro que el reconocimiento de qué libros eran inspirados y cuáles no fue hecho en medio de la persecución y el sufrimiento, teniendo el único deseo de ser más fieles a Cristo y escuchando la voz del Buen Pastor en los escritos que desde el inicio de aceptaron por ser escritos por testigos oculares o sus compañeros.
Los primeros cristianos popularizaron el uso del Códex, que se acercaba mucho al formato del libro moderno, estando compuesto por piezas hechas de pergamino1 costuradas de forma que se pudiera escribir de ambos lados. Algunos eruditos piensan que la rápida adopción de este formato tuvo desde razones espirituales y prácticas como distinguirlos de textos paganos o poder concentrar porciones de la Escritura como los cuatro evangelios o las cartas apostólicas, e incluso hacer más fácil de transportar para los misioneros; hasta razones más básicas como las económicas.2
Quizá siendo la suma de varios factores, la Iglesia logró ir paulatinamente pero desde muy temprano en el siglo II tener claro una lista de libros que reconoció como inspirados por Dios.
El Edicto de Milán en el 313 d.C, el cual legalizaba el Cristianismo en el Imperio Romano, cambió las cosas para la Iglesia en la dinámica de las copias del Nuevo Testamento. Por más de 200 años las copias solo se elaboraban por pedido de cristianos con los recursos económicos suficientes o por congregaciones, sin embargo, la libertad religiosa modificó la situación. Walder lo explica así:
3De un momento a otro, se necesitaron muchas más copias de la Biblia, tanto para el uso personal como para emplearlas en las iglesias. Por la cantidad de Biblias requeridas, la producción de copias del NT y de toda la Biblia empezó a ser un negocio rentable…
El Canon y las primeras copias de las Escrituras
Ya para este momento la Iglesia tenía claridad sobre el contenido del Canon. Hechos como la mención en el siglo III a.C de la división tradicional de Ley, Profetas y los Escritos4; el testimonio de Flavio Josefo,5 historiador judío, en las primeras décadas del siglo I d.C, y la discusión de Jamnia tras la caida de Jerusalén en el 70 d.C6, apuntan a que, independientemente del orden que a veces les daban, o que algunos libros estaban fusionados con otros, en el caso de los judíos tenían una lista definida de libros que consideraban inspirados por Dios, misma que fue abrazada por la Iglesia.
En el caso del Nuevo Testamento, las más de 5 mil copias descubiertas hasta ahora, las cantidad de traducciones a otros idiomas durante los primeros siglos de la Iglesia, y las citas en los Padres de la Iglesia han abonado a tener una confianza singularmente elevada de la confiabilidad histórica de los libros incluidos en la Biblia7. A pesar de cierta polémica alrededor de ciertos libros como 2 Pedro y Apocalipsis, los 27 libros que conocemos de nuestro Nuevo Testamento ya eran considerados oficialmente aceptados en el 360 d.C como parte de una larga tradición, hecho que atestigua Atanasio de Alejandría.
Ahora, al pensar en el proceso de copiado, muchos creen que eran algo tomado a la ligera y que cualquier podía hacer. La realidad es que los copistas, por ejemplo, del Antiguo Testamento, tenían un fuerte compromiso espiritual y ético con esa obra. Un ejemplo lo encontramos en los escribas de la Alta Edad Media. Se tiene conocimiento de la siguiente charla que ilustra su convicción y compromiso:
Pero cuando posteriormente me acerqué a R. Ismael, éste me dijo: “Hijo mío, ¿cuál es tu vocación?”. Le respondí: “Soy escriba”, y él me dijo: “Sé meticuloso en tu vocación, porque tu vocación es una tarea del cielo; si por casualidad omitieras o añadieras una sola letra, destruirías con ello todo el universo”8
Los escribas sabían de las implicaciones teológicas, morales y prácticas de no tener copias fidedignas del texto bíblico. El fruto de este compromiso se refleja en el hecho de que con el descubrimiento de los Rollo del Mar Muerto en 1947, documentos fechados aproximadamente en el siglo II antes de Cristo, se confirmó que las variaciones en el texto sagrado eran mínimas, confinadas a palabras aisladas o aspectos gramaticales.9
De igual manera, la Septuaginta10, esto es, la traducción al griego del Antiguo Testamento, no solo ayudó a que su contenido se difundiera de forma más libre en el mundo greco-romano, más aún con la expansión del Cristianismo, sino que la proliferación de copias de éste aumentaron la confiabilidad de la Biblia, ayudando a que al cotejar copias se pudiera ir teniendo más precisión en el proceso de reconstrucción del texto.
Caso similar sobre el Nuevo Testamento, y en general de la Escritura, fue la Vulgata, traducción latina hecha por Jerónimo en el siglo IV, que si bien traería una serie de problemas durante la Baja Edad Media, mismos que desembocarían en el Renacimiento y la Reforma Protestante, ésta fue una traducción que ayudaría a la preservación y continuidad del texto bíblico durante el Medievo.
Con todo, su valor de preservar el mensaje de la Palabra de Dios sería reafirmado más mil 500 años después con los manuscritos del Mar Muerto. Sobre todo esto, Trebolle señala:
La versión de los LXX constituye el mayor y más importante arsenal de datos para el estudio crítico del texto hebreo. Su testimonio es indirecto por cuanto se trata de una obra de traducción. Sin embargo, las numerosas y significativas coincidencias existentes entre LXX y manuscritos hebreos de Qumrán, ha revalorizado el testimonio del texto griego, frente a las corrientes imperantes en la época anterior al descubrimiento (1947), que consideraban el texto griego desprovisto de valor crítico y muy valioso en cambio como testimonio de la exégesis judía contemporánea de la época de la traducción.11
Primeras traducciones más precisas de la Biblia
Para el tiempo de Reforma, empujada en parte por el Humanismo y el Renacimiento, se empezó la cristalización de la necesidad, no solo de que el grito de batalla Ad Fontes llegara a la Iglesia como institución, sino que ésta llegase a las manos del pueblo de Dios. La imprenta catapultó tal sueño a niveles insospechados para ese momento, haciendo más fácil la elaboración de copias de textos clásicos y de la Biblia.
Desde la traducción de Lutero al alemán, hasta la labor de Tyndale de llevar a los ingleses la Palabra de Dios, todo abonó para que la Escritura alcanzase a Occidente. En el caso de España, aunque ya desde principios del siglo XIII se sabe de la circulación de porciones de la Escritura en español, éstas se hicieron usando textos en francés, no de las versiones latinas o griegas.12 Fue hasta 1569 cuando Casiodoro de Reina publicó la traducción al castellano de la Biblia, significando una labor monumental que, debido a su amplio manejo en los idiomas bíblicos, logró una traducción bastante fiel. Sin descartar del todo la Vulgata y la Septuaginta, Reina acudiría a los textos hebreos para el Antiguo Testamento, así como ediciones en arameo, y en el caso del Nuevo Testamento usó la edición griega de Robert Estienne, la cual seguía la hecha por Erasmo de Rotterdam.13
Con todo, y siendo aún el mismo Reina consciente de sus limitantes y de la perfectibilidad de su proyecto literario, esta traducción fue revisada unos años después por Cipriano de Valera, quien fuera compañero de Reina durante su tiempo en el monasterio de San Isidro del Campo al inicio de su peregrinar espiritual y académico. La revisión hecha por Valera fue publicada en 1602.
Variedad y Fidelidad de las Primeras Traducciones
La revisión de Valera pasaría de llamarse la Biblia del Cántaro a ser la Biblia Reina-Valera, representando por mucho tiempo la principal traducción usada por el mundo hispanohablante. Sin embargo, las últimas décadas han cambiado tal panorama, positivo en muchos sentidos, pero complejo en otros.
El internet, una mayor diversificación de iniciativas literarias en América Latina y una creciente preocupación por la formación bíblico-teológica en el pueblo de Dios ha llevado a que esté al alcance de la Iglesia una amplia gama de traducciones. Sin embargo, debido a la transición hacia una sociedad más educada (no solo con información a la mano), así como hacia una Iglesia más capacitada, se ha generado también un tipo de “embudo”, un problema a la hora de analizar cuestiones como las traducciones de la Biblia. Más material está disponible, pero hay poca comprensión al respecto.
El Textus Receptus, considero autoridad desde la Reforma y hasta el siglo XIX, ha cedido terreno a ediciones más críticas del Nuevo Testamento, debido al descubrimiento de manuscritos más antiguos que los que tenían a su alcance personajes como Erasmo, Beza o Estienne, y a una comparación crítica más rigurosa del material hallado a la luz de todos los ya conocidos.
Ante esto, la tarea en la actualidad de académicos y especialistas es no solo tratar de obtener los manuscritos más antiguos y confiables, sino lograr que las traducciones, en este caso al Español, sean accesibles al pueblo de Dios.
La traducción Reina-Valera, que depende del Textus Receptus, ahora convive con ediciones como la Nueva Traducción Viviente (NTV), la cual usa como fuentes principales la Hebraica Stuttgartensia, y el Novum Testamentum Graece14, que son ediciones de los últimos 60 años. O también la Nueva Biblia de las Américas, la cual, aunque traducida a partir de prácticamente los mismos manuscritos15, resulta en una traducción diferente al leerse en español.
Con esto en mente, ideas como las del erudito del Nuevo Testamento, Gary Shogren, son útiles:
“No existe ni una sola versión castellana (ni en cualquier idioma) que es una traducción pura, sin ningún grano de interpretación…traducción realmente «literal» (mejor, de «equivalencia formal») no es posible, porque sonaría como griego, literalmente, y no comunicaría”16
Esto es significativo porque como seguidores de Jesús que escuchan Su voz en la Escritura (Sn Juan 10.27-28), la tarea que nos toca es que, en el repertorio de traducciones disponibles en español, podamos, no solo leer todas las que tengamos oportunidad, abarcando los aportes críticos que cada una tiene, sino logrando, de ser necesario, tener una traducción de cabecera, no descartando alguna solo por su lenguaje o la mera costumbre.
- El pergamino estaba hecho de piel de animales pasada por un proceso de limpieza que permitía su uso para escribir y que, aunque más caro, duraba más. ↩︎
- Para ver un amplio análisis de las razones de la popularización del códex por los cristianos ver Larry Hurtado, “The Early Christian Preference for the Codex”, en The earliest christian artifacts (Cambridge: Eerdmans Publishing, 2006) Páginas 43-93. ↩︎
- Walder, E. “Una introducción a la Crítica Textual del Nuevo Testamento” (Colombia: Ediciones Puma, 2017) Página 24. ↩︎
- Bruce, F. “El Canon de las Escrituras” (Barcelona, Andamio, 2014) Página 29. ↩︎
- Ibid. Pág. 32 ↩︎
- Ibid. Pág.34-36. ↩︎
- Meade, John D.; Gurry, Peter J. “Scribes and Scripture” (Crossway, Illinois, 2022) Página 91. ↩︎
- Ibid. Página 46. ↩︎
- Para ver un análisis amplio y desde la erudición cristiana ver Bruce, F. “Los manuscritos del Mar Muerto”. (Barcelona, CLIE, 2011). ↩︎
- Para un análisis detallado de la Septuaginta y el tema de los apócrifos en ella ver Bruce, F. “El Antiguo Testamento griego”, en El Canon de la Escritura (Barcelona: Andamio, 2014), Páginas 43-54. ↩︎
- Trebolle, J. “La Biblia judía y la Biblia cristiana: Introducción a la Historia de la Biblia” (Madrid: Trotta, 1993) Página 337. ↩︎
- Moreno, J. “La Biblia del Siglo de Oro español” (Barcelona: Andamio, 2020) Página 38. ↩︎
- Ibid. Pág.62. ↩︎
- “Los textos que respaldan la traducción de la NLT y de la NTV”. Nueva Traducción Viviente. Consultado el 13 de septiembre de 2024. https://www.tyndale.com/sites/ntv/proceso-de-traduccion.html. ↩︎
- “¿De donde se tradujo?” Nueva Biblia de las Américas. Consultado el 13 de septiembre de 2024. https://exploranbla.com/historia. ↩︎
- Shogren, Gary. “¿Cuál es la versión más «literal» de la Biblia?” Razón de la esperanza, 27 de marzo de 2010. Consultado el 14 de septiembre de 2024. https://razondelaesperanza.com/2010/03/27/12/. ↩︎