Por: Dedení Flores
Es humano el vivir momentos en los que la mente, el cuerpo y el corazón están desconectados uno del otro, a veces pareciera que cada uno tiene su propia voluntad y desea cumplirla a cualquier precio. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿es posible ejercer dominio propio?, ¿está en nuestra capacidad el someter nuestros pensamientos y emociones a una causa, y no ser dominados por ellos en el proceso?
Lapine, en esta obra, busca encontrar el punto de intersección entre la ciencia y la teología, la sabiduría bíblica y un cuerpo corrompido por el pecado. Nuestro autor nos llevará por un recorrido en el que conoceremos un poco más el perfecto diseño de Dios en la creación del hombre. No obstante, pese a tal perfección, todo el tiempo experimentamos emociones negativas (ira, resentimiento, depresión, ansiedad, desesperación, etc.), eventualmente, llega el momento en que todo creyente se pregunta si es correcto sentirse de esa manera; y en otras muchas ocasiones, es testigo de su impotencia ante el dominio de tales emociones. Esto puede llevarle a dudar seriamente de su salvación o experimentar ansiedad ante la implicación de no ser “un buen cristiano”.
A menudo, adoptar una perspectiva teológica es adoptar un conjunto de suposiciones morales sobre nuestras emociones. Tales suposiciones hacen hincapié en la responsabilidad de las emociones como juicios sobre el mundo. Estas pueden ser contrarias a la voluntad de Dios. Por el otro lado, adoptar una perspectiva psicológica es adoptar una serie de suposiciones muy diferentes que pueden parecer contrarias a las teológicas.
Entonces, ¿en serio existe ese terreno común entre la teología y la ciencia?, Lapine nos lo mostrará.
Dato Logos: Este asombroso título se encuentra dentro de la colección Estudios en Teología Histótica y Sistemática (15 vols.) (ETHS) de Logos.