Ayer mientras leía un buen libro del doctor Kent Hughes me llamó mucho la atención una reflexión interesante; sabemos que Jesús intercede por nosotros y que el trae ante el Padre nuestras peticiones y necesidades. De la misma manera nosotros como hombres y sacerdotes de nuestro hogar debemos ser intercesores por nuestra familia y traer sus peticiones delante de Dios.
Me hice la siguiente pregunta y quisiera compartirla contigo. ¿Me gustaría que Jesús intercediera por mí como yo intercedo por mi esposa y por mis hijos? ¿Me gustaría que Jesús le dijera al Padre “Señor, te pido que lo bendigas en todo lo que haga, amén.” y que hasta ahí llegara su oración por mi? ¿O quisiera que llevara delante del Padre mis preocupaciones y necesidades específicas, aquellas cosas que en verdad me consternan o me interesan en un nivel mucho más profundo?
Más aún, ¿te has puesto a pensar si en verdad conoces las preocupaciones y necesidades de tu esposa y de tus hijos?…
Como hombres debemos tener una lista de las necesidades de nuestra esposa y de nuestros hijos, aquellas cosas que nos han compartido y aquellas de las que no se ha hablado pero que están allí. Entonces traer esas peticiones delante de Dios en oración, con pasión, con significado, intercediendo por aquellos que Dios nos ha confiado y que ha puesto bajo nuestro cuidado, protección y cariño.