La medida del buen gobernante

Si el fundamento del trono de Dios es la justicia y el derecho (Sal 94, 97, 99), si los gobernantes son puestos por Dios para que en la tierra se cumpla la voluntad de Dios (Sal 72), es decir, practicar la justicia y el derecho, entonces la medida de un gobernante será si practica o no la justicia y el derecho en la parte de la tierra que gobierna (Dt 17:14-20). De hecho, esta medida del gobernante aparece muchas veces a lo largo de la historia y literatura del antiguo Israel.

Jeremías 23:5

הִנֵּ֨ה יָמִ֤ים בָּאִים֙ נְאֻם־יְהוָ֔ה וַהֲקִמֹתִ֥י לְדָוִ֖ד צֶ֣מַח צַדִּ֑יק וּמָ֤לַךְ מֶ֙לֶךְ֙ וְהִשְׂכִּ֔יל וְעָשָׂ֛ה מִשְׁפָּ֥ט וּצְדָקָ֖ה בָּאָֽרֶץVienen días, dice el SEÑOR, cuando haré brotar de David un retoño justoReinará un rey prudente que practicará la justicia y el derecho (traducción del autor)
Una consecuencia inmediata de la práctica de la justicia y el derecho es la seguridad y la posibilidad para la gente vivir en tierra propia (vv. 6, 8), lo cual en términos bíblicos significa seguridad laboral y alimentaria. ¿Sería correcto afirmar que el número de policías y vigilantes en un país es inversamente proporcional a la práctica de la justicia y el derecho? ¿Qué diremos de la posesión de la tierra, cuántos más terratenientes y concentración de riqueza en pocas manos menos justicia y derecho habrá en una nación? La discusión económica desde la perspectiva bíblica tiene que empezar por estas preguntas. Reformas van y vienen, pero mientras estas proporciones no cambien, las reformas no llegarán a ninguna parte, especialmente si los encargados de hacerlas son los mismos terratenientes y los dueños de los grandes capitales. Nadie va a querer cortar la rama del árbol donde está montado. Si bien incluir estos temas en discusiones teológicas y hasta en el culto (como lo hace la Biblia) por sí solos no va a cambiar a ningún país, por lo menos puede ayudar a los cristianos a no unirse a las campañas de los viudos del poder que salen a llorar su luto en épocas electorales. No podemos ser plañideras de estos velorios.

Lucas 4

Si Jesús es el retoño que Dios hizo brotar, ese rey prudente que practicó la justicia y el derecho, y nosotros los seguidores de Jesús, se deduce que una ocupación central en la vida de los cristianos es la práctica de la justicia y el derecho, lo cual mostrará que de hecho el reino de Dios ha llegado. ¿Habrá evidencia más importante que la justicia y el derecho para mostrar que el reino de Dios ha llegado y está entre nosotros? Esto no quiere decir, valga la aclaración, sobre todo en épocas electorales, que quienes denuncian la injusticia y la falta del derecho sean sus verdaderos defensores y representantes del reino de Dios, especialmente si se trata de los políticos que no están en el poder.
La famosa escena de Jesús leyendo el rollo de Isaías (Lv 25:10; Is 61:1-2; Mt 11:5) es una muestra de lo que significa concretamente practicar la justicia y el derecho, y de paso nos da una definición del evangelio, de lo que significa evangelizar y la consecuencia de tener el Espíritu de Dios: anunciar el evangelio a los pobres, proclamar libertad a los cautivos, dar la vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos, proclamar el año favorable del Señor (Lc 4:16-22). Si la iglesia no se dedica a lo que se dedicó su maestro, ¿cómo puede decir que lo sigue? Si bien la misión de la iglesia no se puede reducir a un versículo ni a dos, también es cierto que existen textos fundamentales de los cuales se desprende lo demás, las añadiduras. Una cosa son las penas del alma de Lutero (con lo de la justificación por la fe) y otra muy distinta la esencia del evangelio, que Lutero entendió bien. Así pues, la medida del buen gobernante termina siendo la medida tanto de la iglesia como de los creyentes en el mundo: la práctica de la justicia y el derecho en todas las relaciones. No debemos confundir marchar contra la ausencia de la justicia y el derecho con practicar la justicia y el derecho, por muy saludable que sea caminar. En cualquier caso, no olvide llevar agua y paraguas.