Proverbios 13:24
¡Buenos días mujercitas, espero se encuentren bien! Hoy estaré platicando acerca de un versículo que en lo personal me ha ayudado mucho para tomar fuerza cuando se trata de disciplinar a mis hijos. Proverbio 13 versículo 24 dice: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”.
Mi esposo siempre ha dicho que “los niños vienen en estado salvaje y que por lo mismo hay que domesticarlos” y sé que suena un tanto ruda la expresión, pero la verdad es que, quién lo dude, solo tiene que pasar un par de horas con un pequeño de tres años para estar completamente de acuerdo, todos necesitamos ser educados.
Los niños son egoístas, iracundos, chantajistas, mentirosos, manipuladores, egocéntricos, chiqueados y muy a menudo violentos. A los padres a veces nos desesperan llevándonos al límite, pero como están chiquitos nos parecen tiernos y le apostamos a que cuando crezcan sabrán comportarse (automáticamente) como Dios manda. Pero si los papás no hacemos la chamba, si no los educamos firmemente desde bebitos, los años van a pasar y a esa carita tersa le comenzarán a salir espinillas y esa voz dulcecita será suplantada por un sonido irregular y te darás cuenta de que lejos de que las cosas mejoren, las cosas empeoran porque los adolescentes (aun los que fueron educados desde chiquitos) llegan a ser hirientes, egoístas y ninguno da su brazo a torcer fácilmente cuando a su tendencia pecaminosa se le antoja salirse con la suya.
Desde que nuestros hijos están chiquitos las mamás nos vamos haciendo de muy malas mañas al educarlos, entre estas malas mañas están no corregirlos, posponer el castigo, permitir pequeñas manipulaciones, justificarlos e incluso pelear con nuestro esposo cuando él no cede ante la petición del niñito. Y los motivos pueden ser muchos entre ellos están:
Número uno, el ejemplo que tuvimos, muchas veces el modelo que nosotros tuvimos no fue el mejor, pero fue nuestro ejemplo, así que nos encontramos educando como nos educaron o nos vamos al extremo opuesto. Por ejemplo, si tus papás te gritoneaban por todo, tú lo mismo, les gritas por todo a tus hijos o te vas al otro extremo, mejor guardas silencio y no los corriges porque no sabes más que gritar, pero no los quieres lastimar.
Número dos, la psicología moderna, los papás de ahora tenemos en contra a la psicología que nos dice que debemos dar una educación superficial y con muchísima libertad porque si no…los vamos a traumar. Entonces, si les damos tres nalgadas, si los mandamos al rincón, si los dejamos sin ver la televisión o sin celular más de una semana nos hacen sentir que somos unos “trauma hijos” y eso crea en los padres un sentimiento de culpa e inseguridad cada que corrigen. Y ejemplos hay muchos, pero te voy a dar el más ilógico de todos: Hoy en día los papás deben permitir y hasta impulsar que sus hijos experimenten y decidan que género es. No importa lo ilógico, ni lo anti-biológico, ni lo ridículo que suena esto, los padres deben impulsar que su pequeño experimente, porque si no, no le está dando suficiente libertad. Miren, ¡No creo que en toda la historia del mundo se haya escuchado una aberración colectiva más ilógica y ridícula! Pero si no lo permites… ¡será tu culpa que tu hijo crezca confundido!
Número tres, la comodidad y el miedo al conflicto, una de las principales causas por las que los padres no educamos firmemente es porque nos da flojera o queremos evitar la bronca. Es mucho más sencillo hacerte la de la vista gorda; minimizar o justificar la falta de respeto del niño o adolescente con tal de no aventarte 10, 20 o hasta una hora de drama, quejas y oraciones feroces que aseguran que “eres la peor mamá del mundo”.
Como vemos podemos tener muchísimos motivos, sin embargo, ninguno justifica que no hagamos la chamba que Dios determinó que hagamos como padres; educarlos en el amor y en la disciplina del Señor, punto.
Tenemos que encontrar un balance y debemos de ser diligentes al corregir y ser constantes. Entonces, sí el pequeño groserito le saca la lengua al vecino deja de inventar que se mordió la lengua, ¡está siendo grosero, corrígelo! Si hace un berrinche de miedo, de esos en los que se revuelcan, gritan y patalean, no lo justifiques diciendo que se está cayendo de sueño, porque, aunque sea cierto que se esté cayendo de sueño eso no le gana el derecho a hacer tremendo berrinche.
Todos necesitamos límites, Dios mismo nos pone límites. Mira, sé que mucha gente no lo cree, pero el daño que hacen los padres golpeadores y abusivos, es muy parecido al daño que hacen los padres negligentes que no ponen límites claros y que no corrigen diligentemente a sus hijos.
La Biblia dice que nuestro Padre celestial nos disciplina, Prov. 3: “Porque el Señor al que ama disciplina, Como el padre al hijo a quien quiere”. Los límites y la disciplina nos hacen sentir seguros, amados, que le importamos a alguien, no le tengas miedo a educar poniendo límites y consecuencias firmes y claras que vayan de acuerdo a la falta cometida y a la edad de tu hijo, lejos de traumarlo lo harás sentir seguro y amado, pero recuerda que como dice Hebreos 12:11 “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella”. Así que no esperes que tus hijos inmediatamente te lo agradezcan, pero créeme llegará el día en que tanto tú como ellos recibirán el fruto de tu tenacidad y firmeza, pero sobretodo el precioso fruto tu obediencia a Dios que te dice “el que ama a su hijo lo corrige desde temprano”.
¡Que tengas una linda semana, y que Dios te bendiga!
Publicado originalmente en Estudie la Palabra el 27 de Agosto de 2019 por Aimeé Perez