La semana pasada estuve estudiando el conocido pasaje de David y Goliat y me llamó la atención particularmente la escena cuando el rey Saúl le da su vestido y armadura a David para que enfrente a Goliat con la espada real, su casco y demás herramientas de batalla. David al principio se pone todo aquello e intenta caminar con esas cosas, que nunca en su vida había usado, solo para darse cuenta que no puede andar con la armadura de Saúl.
El versículo inmediato dice que David echó de sí aquellas cosas y tomó su cayado, cinco piedras y su honda. Es decir, David dejó las herramientas de Saúl y tomó las herramientas de pastor que Dios le había dado y que le había enseñado a usar a lo largo del tiempo que le tuvo detrás de las ovejas de su padre.
Esta parte de la historia me llamó mucho la atención ya que vivimos en un mundo en el que la mayoría de la gente quiere aparentar ser lo que no es. Las fotografías automáticamente aplican filtros especiales para corregir la imagen real y presentar una imagen mejorada. Las personas usan las redes sociales para presumir y aparentar una infinidad de cosas. Incluso hay quienes plagian frases e ideas para hacerlas pasar como propias en busca de mayor aprobación o reconocimiento.
Mi exhortación para ti es: no lo hagas. No intentes ser quien no eres. Dios te ha puesto en el lugar en el que estás y te ha capacitado para la tarea para la que te ha llamado a ti. Si quisiera a otro más erudito, a otra más hermosa, a alguien más próspero o más capaz, seguro habría llamado a aquella persona en lugar de llamarte a ti. El Salmo 78 dice que Dios llamó a David detrás de las ovejas y ese era el lugar en el que Dios le preparó, en el que Dios obró en su corazón. Luego lo pondría por rey de Israel y le seguiría preparando y moldeando todos los días de su vida.
Un corazón sincero, un corazón que confía en Dios, en su sabiduría y en su fidelidad, aprende contentamiento. No permitas que el mundo te intoxique con sus ofertas de gloria y reconocimiento, busca la gloria de Dios y agradece que puedas ser un instrumento en las manos de Aquel que usa a quien Él quiere.
“sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús” (1 Co 1.27–30).
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