“Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto”. 1 Samuel 12:23
Muchos de nosotros no damos mucha importancia a la oración. Creemos que si ya Dios todo lo sabe, pues que Él tiene conocimiento de nuestras necesidades y no necesita que le estemos recordando las cosas. Otros a lo mejor sienten que Dios no los escucha o que está de más orar.
Si este tipo de sentimientos están en nuestro corazón en cuanto a la oración personal, imagínate cuánto más en la oración por los demás. Recuerda que Jesús nos enseñó a orar y nos dijo “cuando oren…” (Mat. 6:5). El ya daba por hecho que tenemos que orar, de no ser así hubiera dicho: “si es que llegan a orar…”.
En el pasaje de hoy vemos al profeta Samuel reconociendo que es pecado contra Dios el cesar de rogar por su pueblo. De manera que no sólo insistirá en la oración sino que además les instruirá en el camino bueno y recto.
Job hizo lo mismo, dice Job 42:10 que Dios quitó la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.
Oremos por nuestros amigos, recuerda que Dios te ha hecho parte de una nación santa, de un real sacerdocio, de un pueblo adquirido por Él ¿para qué? Para proclamar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable. De esa manera, seguramente, alguien también estará intercediendo a Dios en favor tuyo; Jesús mismo.
Publicado en La Paz de Cristo por Jorge A. Salazar