Muchas veces he escuchado palabras valientes como “no importa lo que pase yo siempre amaré al Señor” pero me parece interesante que la mayoría de las veces cuando escucho este tipo de ideas vienen de personas que están pasando por cosas maravillosas en sus vidas o momentos de gran felicidad.
Habacuc escribe al final de su libro:
“Aunque la higuera no florezca,
ni en las vides haya frutos,
aunque falte el producto del olivo,
y los labrados no den mantenimiento,
y las ovejas sean quitadas de la majada,
y no haya vacas en los corrales;
con todo, yo me alegraré en Jehová,
y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza,
el cual hace mis pies como de ciervas,
y en mis alturas me hace andar.” (Hab. 3:17-19)
Lo impresionante para mi es que lo dice en medio de un tiempo muy difícil en la vida de su nación y en su vida personal. Peor aún, Dios le acaba de decir que una nación peor que la que los ha invadido se levantará y que vendrán tiempos mucho más duros.
Con todo, dice Habacuc, yo me alegraré en el Señor, Él es mi fortaleza. Y no lo dice en el sentido de que Dios es su fuerza, sino en el sentido de que es su fortaleza; su refugio. Las fortalezas son esos lugares fortificados en los que un pueblo se puede refugiar contra el ataque de sus enemigos. Dios es nuestra fortaleza. Podemos escondernos en Dios y tener la confianza que estamos en el sitio más seguro e impenetrable del universo.
Dios te llene de paz y alegría.
Publicado en La Paz de Cristo el 21 de Agosto de 2015 por Jorge A. Salazar