Algunas personas ven la Biblia como un libro arcaico que cuenta historias extrañas de cosas que ocurrieron hace siglos, sin ninguna o muy poca relevancia para nosotros hoy. Pero lo maravilloso y extraordinario de la Biblia es que fue inspirada por Dios con el propósito de que todos los hombres de todas las épocas pudieran entenderla.
¿Qué hubiese sucedido si Dios hubiese escrito un libro con un lenguaje altamente complejo desde el punto de vista técnico o científico? Que no hubiese sido entendido por la mayoría de los hombres de la mayoría de las épocas.
Imagínense qué hubiese pasado si en el relato de David y Goliat el escritor sagrado hubiese dicho que el gigante recibió el impacto de un objeto contundente que le produjo una equimosis en el cerebro y un trauma de tal magnitud que le rompió algunos vasos, con la extravasación consecuente de sangre en el cerebro. Por muchos siglos los hombres hubiesen estado preguntándose qué fue lo que le sucedió a Goliat. Pero el Dios de toda sabiduría se reveló en la Biblia para que todos pudieran entenderlo hasta donde eso es posible por una mente finita.
Que el Señor nos ayude a mantenernos aferrados a Su Palabra y no apartarnos de ello a derecha ni a izquierda. “El cielo y la tierra pasarán, dijo el Señor, pero mis palabras nunca pasarán”. Esa Palabra nunca perderá su vigencia y pertinencia. Lo que Él dijo hace 2,000 años, ó 3,500 años, sigue siendo tan sabio y verdadero hoy como lo fue en el momento en que fue inspirado.