Un llamado a los Dirigentes – Mr. 10:36

Un llamado a los Dirigentes – Mr. 10:36 “Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos. Por qué ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” Evangelio según Marcos 10: 35-45. La situación de muchos países refleja una contienda de sectores que buscan mas poder y donde encontramos peleas internas. Parece ser una constante descalificar a otros en los medios de comunicación, la lucha por tener poder, agresiones sutiles de todo tipo, la falta de veracidad, reclamar más autoridad y llamar bueno lo que es malo. Los resultados están a la vista con la pérdida de valores, el crecimiento de la pobreza, la exclusión o expulsión de más personas del mercado laboral donde la indigencia, la violencia e inseguridad completan el cuadro. Las diferentes situaciones que se dan nos hacen recordar lo que le pasó al grupo de discípulos de Jesús. Entre los discípulos y Jesús mismo había diferentes maneras de interpretar el reino. En algunos de nuestros países parece que también hay diferentes maneras de interpretar los valores que debe tener un determinado sistema sociopolítico y económico. Nos encontramos con una sociedad carente del conocimiento del evangelio pero con conocimiento de cómo funcionan las estructuras de poder. Se destaca la prepotencia y arrogancia de unos y otros. El pasaje bíblico hace referencia a la petición de Jacobo y Juan. Se observan la ambición, la soberbia y el egoísmo. Se contrapone lo que los discípulos quieren y lo que Jesús vino hacer. La discusión que los discípulos tuvieron sobre quién es el más importante (Mr. 9:34) quedo atrás. Ahora el tema que les ocupa es quien ocupará el primer lugar, quien tendrá más privilegios y ventajas. Jesús responde: “Entre ustedes no debe ser así”. El requisito para ser grande es ser servidor. Lo trascendente es renunciar a un afán de dominio y tener un sello completamente distinto: Ser esclavos de todos. El requisito es ser diácono, servidor de todos. Jesús con su ejemplo indica que el poder es para servir, amar al prójimo y la grandeza implica la capacidad de ser humilde. “El criterio de autoridad, por tanto es la ventaja que reciben los demás”. Si nuestra perspectiva es autoritaria y verticalista, nuestro estilo de vida será impositivo por lo tanto no cuestionaremos los abusos de autoridad o poder. Los diferentes sectores en pugna que se encuentran en nuestras regiones muestran sus serias falencias. El peligro de los abusos de autoridad sigue latente. La respuesta que tenemos como Iglesia ante la sociedad es encarnar el mensaje, predicar a tiempo y fuera de tiempo: ser, hacer y decir. Jesucristo vivió el grado más alto de grandeza a través del servicio para luego darlo a la Iglesia. Por eso, desde ese momento el fundamento para una institución y sociedad sana solo puede ser una imagen invertida del poder. La grandeza, importancia y poder es para servir y no para servirme. Lo cierto es que Jesucristo quiere cambiar nuestra mentalidad y pragmatismo. Jesucristo quiere arrancar completamente de nuestras vidas el afán de dominio de una persona sobre otra. Es una actitud interior y una invitación a formar parte de la comunidad del reino de Dios que se proyecta en servir a todos. Para eso, hoy más que nunca necesitamos ser rescatados por Dios y asumir nuestra vulnerabilidad. Como Iberoamericanos oramos en este tiempo por cada uno de los Países que representamos y por la Iglesia. Que pueda haber actitudes humildes delante de Dios y de los hombres, a favor de la justicia, la misericordia, la paz y la verdad. Oramos por las naciones y la iglesia para que encarne la misión a semejanza de Jesucristo. El poder del amor y no el amor al poder. Esto también es evangelización. Que la Iglesia de Jesucristo sea una puerta abierta de bendición para todas las naciones.