R.C. Sproul
A partir de los estudios de la psicología, sabemos que quizá nada sea más paralizante para la acción humana que los sentimientos de culpa no resueltos. Tales sentimientos paralizan a la gente. Es por eso que, cuando somos confrontados con sentimientos de culpa, necesitamos tratarlos. Lamentablemente, demasiado a menudo, intentamos tratar nuestra culpa y nuestros sentimientos de culpa con métodos humanos.
El profesor R.C. Sproul relata en su espléndida obra ¿Qué puedo hacer con mi culpa? que, cuando éste se encuentra teniendo conversaciones de carácter apologético con la gente, una vez habiendo aclarado algunas objeciones intelectuales, el profesor hace la siguiente pregunta: ¿Qué haces con la culpa? Esta pregunta es una pregunta interesantísima, para la cual dedicará buena parte de su obra en responder. Indudablemente, la sensación de culpa es un fenómeno extraño, y la culpa misma parece estar presente en todos los ámbitos de la vida humana. Sin embargo, es interesante explorar la culpa y su relación con lo subjetivo y lo objetivo. Sproul, en su excelente libro reflexiona magistralmente sobre este tema, y hace algunas aclaraciones por demás importantes y sumamente interesantes. Éste señala con mucho cuidado una distinción fundamental entre la culpa misma, la cual es objetiva, y el sentimiento de culpa, el cual es, en efecto, subjetivo. Vamos a tratar de analizar la distinción entre culpa subjetiva y culpa objetiva. Luego, veremos los tres posibles escenarios que pueden existir en esta relación, para poder entender cuál es la relación entre la culpa en sentido objetivo y en su sentido subjetivo.
La distinción entre culpa objetiva y culpa subjetiva
Nuevamente, vale la pena recalcar que no es exactamente lo mismo el sentimiento de culpa que la culpa misma. Si esto fuera así, cada vez que nos sentimos (lo cual es siempre subjetivo) culpables, seríamos (por el mismo hecho de sentirnos culpables) culpables objetivamente. Un ejemplo muy claro es el que pone Sproul. Él dice que si un psicópata o sociópata (los cuales son conocidos por no sentir culpa ni empatía) estuviera en juicio por haber asesinado a alguien, y se presentará toda la evidencia a favor de que asesinó a alguien, esto sería una muestra de que la culpa es algo objetivo. Ahora bien, el asesino podría decir: “No soy (objetivamente) culpable del asesinato, porque no siento (subjetivamente) culpa.” A cualquiera que estuviera viendo este juicio le parecería absurdo tomar este argumento como válido. Por lo tanto, podemos concluir que la culpa y el sentimiento de culpa no son la misma cosa.
Escenario #1: Sentimiento de culpa con culpa
En sentido estricto, la culpa no es subjetiva. Más bien, el sentimiento de culpa es lo que es subjetivo, como se ha señalado anteriormente. Ahora bien, es menester explicar el primer caso que nos podemos encontrar: el sentimiento de culpa con culpa. Este caso se da cuando una persona se siente culpable por algo sí es culpable. Por ejemplo, si el asesino no fuera un psicópata sino una persona que, por negligencia mató a una persona, entonces es fácil imaginar a este asesino sintiéndose culpable por haber hecho algo de lo que, de hecho, es culpable. Por lo tanto, en este ejemplo, tanto es culpable objetivamente como siente que es culpable subjetivamente.
Escenario #2: Sentimiento de culpa sin culpa
Por otro lado, también puede haber una persona que se sienta constantemente culpable sin que verdaderamente sea ésta culpable en sentido estricto. Supongamos, para utilizar el ejemplo de Sproul, que un cristiano ha sido criado toda su vida pensando que el alcohol es algo pecaminoso (Sproul piensa que tiene buenas razones bíblicas para argumentar que el tomar alcohol no es pecaminoso si uno no se embriaga). Este cristiano ha crecido buena parte de su vida evitando el alcohol a toda costa. Ahora bien, supongamos también que, sin que éste se diera cuenta, come un platillo que fue preparado con un toque de cerveza. Una vez que el cristiano se da cuenta que ha tomado inconscientemente alcohol, éste se siente sumamente culpable (elemento subjetivo), aunque genuinamente no hay culpa alguna (en el sentido objetivo). Esto llega a pasarles a algunos cristianos (y no cristianos) cuando padecen algún tipo de trastorno de ansiedad, razón por la cual me parece muy importante hacer la distinción que hace Sproul.
Escenario #3: No culpa sin sentimiento de culpa
Este escenario es aquel en el que una persona no es culpable y no se siente culpable. La pregunta esencial es si este estadio existe realmente. ¿Puede existir un ser humano no tenga culpa ni sentimientos de culpa? Parece que las Escrituras lo afirman sin equivocación (2 Cor. 5:21; 1 Ped. 2:22). Cristo es el único que, por cuenta propia no pecó y, por consiguiente, no tenía ninguna culpa objetiva. Bueno, ¿acaso sólo Cristo está en esta posición? ¿Qué pasa con el resto de los seres humanos?
Reflexiones
Una vez analizados los tres escenarios, es muy importante entender lo que nuestro Señor nos dijo, a saber, que “No hay justo, ni aun uno” (Rom. 3:10) y todos hemos caído (Rom. 3:11-18). Esta verdad fundamental es a la que el profesor Sproul se refería. ¿En qué escenario se encuentra la raza humana después de Adán? Por un lado, la Biblia nos enseña que la gran mayoría de personas se encuentra en el escenario #1. Es decir, las Escrituras señala que todos sabemos que tenemos una culpa objetiva (Rom. 2:12-16), pero la “suprimimos” en injusticia (Rom. 1:18-21). Por otro lado, no sólo lo sabemos (culpa objetiva), sino que es un dato de la experiencia que nos sentimos culpables (culpa subjetiva). De hecho, parece que mucho de la psicología moderna ha justamente tratado de librar al ser humano de su culpa como solución a sus problemas psicológicos. Aquí tenemos un caso patente de un sentido de culpa prácticamente universal (aunque con sus excepciones), el cual no parece atenuarse. Aunque me parece que la psicología definitivamente tiene su lugar importante para los cristianos, la pregunta fundamental que se debe hacer es si la psicología es suficiente para terminar con la culpa objetiva en el ser humano. Si no lo es, ¿cómo es que la raza humana se puede librarse objetivamente de la culpa? La respuesta está ligada con el escenario #3: Cristo Jesús, nuestro único Señor y Salvador. La única respuesta al problema de la culpa de la humanidad es el perdón. Sin el Perdón, la culpa nunca se irá ni subjetiva ni objetivamente. Aquí Sproul concluye su exposición así:
La simple verdad es que si Dios nos perdona, estamos perdonados. Ese es un estado de cosas objetivo. Tal vez nuestros amigos no nos perdonen. Tal vez nuestro cónyuge no nos perdone. Tal vez la sociedad no nos perdone. Tal vez el gobierno no nos perdone. Pero si Dios nos perdona, estamos perdonados. Eso no significa que nunca fuimos culpables. No podemos tener perdón si no hay una culpa real. Pero el perdón nos libera del castigo que con justicia merecemos por nuestra culpa. A través de él, podemos ser restaurados a una saludable relación de amor con Dios. (p. 46)
Que el Señor nos recuerde constantemente que hemos sido perdonados y cómo perdonar, para terminar con nuestra culpa y la de los demás. Amén.