“La iglesia se equivocó, mi hijo adolescente no encontró su lugar en el grupo y como no diseñaron programas aptos para sus necesidades no tenía deseo de ir y ahora es un joven que se está perdiendo”, comentó una madre con un tono de dolor y resentimiento por su iglesia. Otra voz se alzó y comentó que en su iglesia habían tolerado ciertos malos comportamientos en el liderazgo y que eso había ocasionado que muchas personas dejaran la fe; una tercera persona se unió al coro para hablar de la pésima condición de la iglesia y del por qué no quería asistir más.
Conforme escuchaba en silencio las quejas de mis hermanos de distintas ciudades y de diferentes iglesias dar el triste diagnóstico de sus congregaciones, no pude evitar reflexionar en lo que decían y que ha hecho eco en muchas personas en distintos puntos de su caminar en la fe.
Pero permíteme sugerirte que el problema no es la iglesia, “ellos”, “no hicieron”, “no estuvieron”… jamás debemos olvidar que tu y yo somos la iglesia. Tú eres la iglesia. Si la iglesia está mal o no es lo que debiera ser eso es un claro reflejo de que nosotros no estamos haciendo lo que Dios nos ha llamado a hacer. La iglesia no falló en diseñar programas, tú fallaste con tu hijo. La iglesia no toleró malos comportamientos, tú los toleraste.
Mientras sigamos apuntando el dedo a la paja del hermano seguiremos rehuyendo nuestra responsabilidad como miembros del cuerpo de Cristo para edificarnos unos a otros, para reprendernos y exhortarnos, para ser verdaderamente hijos de nuestro Padre que está en los cielos. Jesús no dijo busca una iglesia que sea la luz del mundo y que sea la sal de la tierra y entonces ya estarás en el lugar correcto. Jesús dijo “ustedes son la luz del mundo, la sal de la tierra”.
No caigamos en el engaño de desasociarnos de la iglesia como si ésta fuera una entidad aparte. Yo soy la iglesia, tú eres la iglesia, y debemos seguir a nuestro Señor con la responsabilidad de continuar su ministerio y ser un reflejo de su gloria. Hagamos un serio y responsable inventario de nuestra contribución a los problemas de la iglesia y vayamos a Dios con corazones arrepentidos y una sincera búsqueda de vivir el Evangelio y ser un ejemplo de Su paz.
Dios te bendiga
Publicado en Estudia la Palabra el 2 Noviembre, 2018 por Dr. Jorge A. Salazar