Parece que se ha puesto de moda hablar de lo que algunos denominan “personas tóxicas”. Las voces predominantes aconsejan a todos alejarse de aquellas personas que son nocivas para el desarrollo y crecimiento personal. Envían videos y pensamientos por las redes sociales usando al águila como ejemplo de un ave que vuela por encima de los gorriones y otros inferiores a ella invitando al espectador a surcar los aires, ocuparse de alcanzar sus metas y en el camino, despojarse de las amistades y compañías cuyas voces o ideas contrasten las propias.
¡Qué cosa más absurda! ¡Ni somos sustancias químicas ni somos animales de una especie superior a los demás! Somos seres humanos, personas creadas para vivir en comunidad, para vivir en comunión unos con otros. Tal parece que no hemos entendido la evaluación que Dios hizo en Génesis 2:18 “No es bueno que el hombre esté solo”. Y a pesar de todo nos hemos tragado el anzuelo, la plomada y la caña de pescar completa con ese ridículo asunto de la individualidad.
¿Pero es que no nos damos cuenta que nos necesitamos profundamente? Ese tipo de pensamientos se filtran en la iglesia y nos hacen ignorar el llamado del Señor a que seamos verdaderamente complemento los unos de los otros. ¡Qué egoísmo más atroz cuando en lugar de edificar a los llamados “tóxicos” y enseñarles el amor y la libertad que tenemos en Cristo simplemente nos alejamos de ellos! ¡Qué falta de amor! ¿te imaginas a Cristo diciendo: “a estos no me les acerco porque son tóxicos, me frenan para alcanzar mis sueños”?
Te puedo recordar a la mujer inmunda tras doce años de sufrimiento con el flujo de sangre que cuando tocó a Jesús en lugar de hacer al Mesías inmundo ella misma fue limpia. O te recuerdo los leprosos que recibieron la sanidad del Señor por su gracia y su misericordia… o tal vez sea bueno recordar tu propia vida, que estabas muerto en tus pecados y transgresiones y que, siendo enemigo de Dios, el Señor envió a alguien a que se te acercara y, a pesar de tus rechazos iniciales, pudieras recibir el precioso mensaje del Evangelio.
En el reino de los cielos no hay Águilas que vuelan sobre los “mediocres gorriones”; el reino de los cielos está lleno de lo necio, lo débil, lo vil, lo menospreciado del mundo para avergonzar a los sabios, a los fuertes, para que nadie se jacte en la presencia de Dios y todos sepamos que dependemos totalmente de Aquel que lo llena todo y que se humilló hasta la sumo en sacrificio por nosotros.
Si eres de las personas que juzgan a otros como inferiores, tóxicas, lastres… muy probablemente no te has dado cuenta la tremenda necesidad que tienes del Salvador. No dependas de tu idividualidad, de hacer menos a los demás o usar a la gente como plataforma de despegue para alcanzar tus sueños; depende de Cristo y comprende que no es sino hasta que reconocemos que sin Él no somos nada que en verdad empieza a germinar la semilla de su Palabra en nuestros corazones.
Que la gracia del Señor Jesucristo en nuestras vidas nos permita ser el vehículo de su amor a un mundo que tan desesperadamente le necesita.
Dios te bendiga
Publicado originalmente en Estudia la Palabra el 9