Ver la fidelidad de Dios es algo asombroso. Me impresiona cuando Dios hace cosas excepcionales para ayudarnos a confiar en Él. Me deja boquiabierto que incluso tras mostrarnos su fidelidad y su amor, en ocasiones seamos tan duros de cerviz, o como decimos en México, ¡tan cabezones!
Uno de nuestros “talones de Aquiles” son las posesiones materiales, el dinero. Escuchamos una y otra vez que Dios ha prometido darnos en abundancia cuando nosotros confiamos en Él y le damos un poco de lo mucho que Él nos da, es decir, nuestros diezmos y ofrendas. Pero fallamos en esto porque no le creemos a Dios.
Lo digo con seguridad porque yo lo he experimentado en los dos lados del espectro. Cuando la provisión en el hogar ha sido escasa y me he limitado a cubrir las cuentas y responsabilidades dejando de lado mi responsabilidad financiera con la Iglesia, y cuando a pesar de la estrechez he cumplido en primer lugar con mi responsabilidad como hijo de Dios.
Esta mañana leía el capítulo 25 de Levítico, cuando Dios le dice al pueblo de Israel que no labre la tierra durante un año cada séptimo año. El mandato es claro: no podían cultivar la tierra, ese era el mandamiento. Obviamente la preocupación de toda persona es: “si no cultivo la tierra, entonces ¿que voy a comer?”, ¡pero me encanta que Dios siempre se nos adelanta! Mira lo que Dios les dice en el versículo 20: “Y si dijereis: ¿Qué comeremos el séptimo año? He aquí no hemos de sembrar, ni hemos de recoger nuestros frutos; entonces yo os enviaré mi bendición el sexto año, y ella hará que haya fruto por tres años.”
Dios les dice que les dará tal abundancia durante el sexto año de cosecha, que lo que cultiven les durará ¡¡¡hasta tres años más!!! Que impresionante provisión de Dios. Yo solo puedo imaginar que de pronto un campo que producía cierta cantidad de alimento, un año en particular ¡produzca lo cuádruple!
Sin embargo es triste ver la necedad de los hijos de Dios. A pesar de la abundancia que Dios mandó, los israelitas nunca celebraron el año sabático para su tierra y el Señor cumplió su promesa que, de no obedecer, el castigo vendría sacándolos de la tierra prometida. Lo cuál aconteció con los asirios y los babilonios cuando se llevaron cautivos a los israelitas. 70 años duró la cautividad de Babilonia, uno por cada año sabático que no guardaron conforme a la Palabra de Dios.
A nosotros se nos hace incongruente que viendo la benevolencia de Dios estas personas no hayan obedecido y confiado en Dios, pero no distamos mucho de aquellos israelitas de dos y medio milenios atrás. Aún ahora el Señor nos muestra su fidelidad y su amor, su gracia y su benevolencia y nosotros nos negamos a confiarle nuestras finanzas, nuestros sueños, nuestras relaciones, nuestras vidas…
Recuerde que Dios es fiel a Su Palabra y Él ha prometido bendecir a todo aquel que le obedece. “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.” (Juan 13:17)
Dios te bendiga,
Publicado en La Paz de Cristo el 12 de Enero de 2016 por Jorge A. Salazar