Leí hace poco acerca de un equipo plantador de iglesias que puede ser de mucho ánimo por el sorprendente éxito evangelístico que tuvieron en circunstancias muy inusuales.
Este equipo plantador se reunió en una ciudad donde no había cristianos. Como es el caso de muchos equipos plantadores, recibían un poco de apoyo económico de parte de la iglesia que los envió, pero también tenían que trabajar en otras cosas para proveer para sí mismos. Obviamente no había presupuesto para letreros llamativos, ni volantes, ni escuelas bíblicas de verano, ni instrumentos musicales, ni un centro médico, ni nada que pudiera llamar la atención de la gente.
Así que se contentaron con reunirse en un lugar poco atractivo y predicar el evangelio a los que quisieran escuchar. Algo interesante es que se dedicaron a predicar el evangelio exclusivamente desde el Antiguo Testamento. Grandes cantidades de personas respondieron positivamente. Hubo muchas conversiones. Esto a la vez provocó celos en otro grupo religioso del lugar, el cual involucró a las autoridades para expulsar de la ciudad al equipo plantador. De manera que el equipo apenas había tenido un mes, o quizás un poco más, para predicar la Palabra.
Sin embargo, a pesar de la salida prematura de los plantadores, la iglesia prosperó y siguió creciendo. Los perseguidores continuaron con su persecución, pero la iglesia respondió con gozo. Ciertamente surgieron preguntas en el joven grupo de creyentes con respecto a varios asuntos doctrinales, pero los actos de fe y obras de amor de la iglesia comenzaron a llamar la atención en toda la región. Debido a su testimonio y labor, el evangelio se propagó incluso más allá de su propio país.
¿Cómo se explica el cambio en sus vidas y su crecimiento sorprendente, incluso en medio de la persecución? Ésta es la respuesta del líder plantador: “Nuestro evangelio les llegó no sólo con palabras sino también con poder, es decir, con el Espíritu Santo y con profunda convicción”. Y no sólo eso: “A pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo”.
Por supuesto, éstas son las palabras del apóstol Pablo a la iglesia en Tesalónica (1 Tesalonicenses 1:5, 6) relatando el inicio de la obra allí. Es una historia verdaderamente sorprendente. Una ciudad sin testimonio cristiano. Un grupo de plantadores. Sin un edificio donde reunirse. Ningún programa de servicio a la comunidad. Sólo el Antiguo Testamento. Muchos conversos de diferentes etnias. Unidad en el evangelio. Persecución. Perseverancia. Crecimiento. Testimonio. Lean la historia en Hechos 17 y en las dos epístolas que Pablo les envió.
¿Qué hay detrás de esta historia? Según Pablo, la predicación del evangelio respaldado por el poder del Espíritu Santo fue lo que produjo convicción, gozo y obediencia. Y todo comenzó con un anuncio: “Este Jesús que les anuncio es el Mesías” (Hch. 17:3).
Queridos hermanos, el evangelio de Cristo no ha perdido ni una pizca de Su poder para salvar y edificar. Ese evangelio es el corazón de la Biblia, y es el corazón que bombea vitalidad a la iglesia. Que el Señor nos conceda continuar proclamando fielmente este mensaje para que podamos seguir viendo en nuestras iglesias el poder de Dios en acción.
Nota: Esta aplicación no es original. La leí por primera vez en un mensaje de Jonathan Leeman y llamó poderosamente mi atención.