(Hch 11:19-30,13:1-3)
Carlos Scott
No alcanza solamente saber que la voluntad de Dios es que su pueblo sea luz a las naciones. Tenemos que tener comprensión espiritual y sabiduría en cómo debemos proyectar, canalizar y evidenciar este servicio al Señor.
En todo este trabajo espiritual la iglesia local es la base y es clave. La misión debe afirmarse desde la iglesia local. El trabajo misionero es el trabajo del Espíritu de Dios y la iglesia trabajando juntos. Entonces, ¿cómo llegar a tener cierta confiabilidad para poder avanzar?
En primer lugar hay una revelación o evidencia interna (lo que Dios me está indicando). Esto mismo le pasó a Saulo (Hch 9:15, 13:47, 22:12-21, 26:12-18, Gá 1:11-24, 2:1-2). Pablo recibe su llamamiento a través de su encuentro personal con el Señor y de Ananías, que es quien recibe la palabra del Señor en cuanto al modo en que Pablo ha de servirle. A partir de ahí Pablo vive 14 años formándose para el ministerio. Tendría unos 31 años cuando lo llamo, pero el cumplimiento de ese llamado se concreta aproximadamente a los 45 años de edad. Dios forma a un Pablo nuevo en esos 14 años. En segundo lugar está la evidencia externa manifestada por la comunidad de fe. Son los hermanos maduros que nos confirman y ayudan a discernir espiritualmente (Pr 11:14, Hch 11:25-26, 13:1-3, Gá 2:7,9).
Finalmente, en tercer lugar nos encontramos con los acontecimientos que Dios permite para discernir y tener sabiduría en el conocimiento de su voluntad. Los acontecimientos o circunstancias nos orientan a los nuevos pasos y oportunidades que tenemos (Hch 14:27, 16:6-10, 2 Co 2:12, Col 4:2-4). En el libro de Apocalipsis se habla de la iglesia de Filadelfia a la cual Jesucristo le presenta una puerta abierta y una oportunidad. Esto nos recuerda que Dios es quien coloca las oportunidades y cada una de ellas representa una puerta abierta que nadie puede cerrar.
Hay algunas cosas más que debemos tener en cuenta para saber buscar y entender cuáles son las oportunidades que Dios presenta. Toda oportunidad debe estar alineada con los valores y principios de la palabra de Dios. Estos son los valores cristianos. Si Dios abre las puertas no habrá conflictos de valores. Entre los temas importantes de la vida es clave recordar la prioridad sobre lo que Dios espera de nosotros: “¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios” Mi 6:8
La fe y la guía del Espíritu Santo no significan que no tenemos dudas. La obediencia incluye la duda, pero la duda no debe excluir la obediencia. Dios nos ha dado la mente de Cristo y confía en nosotros que podamos discernir correctamente. Nuestra oración es que el Señor nos ayude a tener comprensión espiritual, ver cuáles son las puertas abiertas que nos presenta y luego tener fe para atravesar las mismas (Col 1:9-11)
En la comprensión espiritual debemos discernir y tener sabiduría para distinguir cuando Dios no permite que avancemos o bien si el impedimento es un ataque de Satanás (1 Ts 2:17-18). El consejo de la Palabra de Dios es “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie” (Stg 1:5, 3:17-18, 1Co 2:14-16). Somos llamados a ser creyentes maduros teniendo capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo, ejercitando la facultad de percepción espiritual (Heb 4:12, 5:11-14).
La palabra discernir en el nuevo testamento tiene que ver con cortar. Es por lo general lo que hace un cirujano. Separar la parte enferma de la sana. Cortar en el lugar exacto. El discernimiento es un don y habilidad espiritual que podemos desarrollar. Decidir entre lo verdadero y falso. Es buen juicio teniendo una mirada clara y profunda. Vale aquí una aclaración y es que no tenemos que juzgarnos unos a otros (Ro 14:10-13). Un objeto filoso si no lo usamos bien puede causar mucho daño. Hay una diferencia importante entre tener un buen criterio y juzgar a otros. En nuestro corazón y mente ocurren las tentaciones, se forman las opiniones, motivaciones, salen las virtudes, pero también está la raíz de nuestro pecado.
La Palabra de Dios es la que nos ayuda a discernir. Nosotros necesitamos tener buen criterio estudiando, comprendiendo y aplicando la palabra en nuestras vidas y contexto. El tipo de criterio que adoptamos se forma por estudiar la palabra de Dios y la iluminación del Espíritu Santo para entenderla y practicarla. El libro de Hebreos nos señala que la palabra de Dios es más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón (Heb 4:12). Necesitamos discernir con delicadeza, exactitud y bien fino los temas relevantes de la sociedad local-global y extendernos hacia la gente más olvidada de la ciudad, la nación y el mundo.
Indudablemente necesitamos de la comunión íntima con el Señor y el consejo de los hermanos espirituales que nos conocen. En todo este proceso por lo general somos probados y se espera que aprobemos. Cuando estamos unidos a la misión de Dios debemos ser generosos en saber dejar ir y respaldar a quienes Dios ha llamado.
La iglesia de Antioquia mostró sensibilidad al escuchar y obedecer al Espíritu Santo. Se transformó en una iglesia abierta para todos guiada por el Espíritu Santo. Es ser de bendición a todas las naciones para que el evangelio esté disponible a toda persona. Se espera que hagamos lo mismo. Dios nos desafía a dar pasos de fe. Salir del orden natural para vivir en lo sobrenatural. Dios quiere iglesias fuertes y siervos con visión.
Preguntas para la reflexión:
¿Qué significa vivir una vida relacional con Dios, en la iglesia y con nuestro prójimo?
¿Qué implica sujetarnos al impulso del Espíritu? ¿Cómo lo descubrimos? ¿Es la misión sólo para algunos o para todos?
¿Qué cosas nuevas necesita hacer el Espíritu en nuestra vida y la vida de la iglesia para que seamos fieles a la misión de Dios?¿Cuál es el trabajo que nos llama el Señor en los próximos años y qué nuevos desafíos pone en nuestras manos?
Carlos Scott
Misión Local y Global (GloCal)