Pastores de plataforma

Con frecuencia recibo correos de cristianos desorientados pidiendo consejo con apremio. Poco les inquieta lo remoto que estoy de sus vidas o lo poco que conocen de mi. Su afán tristemente responde a la ley de la oferta y la demanda. Sobra la demanda de consejo pero carece la disponibilidad de asesoría cristiana.

Tal vez, piensa uno, si se acercaran a la iglesia no vivirían marginados de consejo. Aunque, el problema, no es que sean ermitaños apartados de la iglesia. Si se pasara lista, la mayoría de ellos levantaría la voz de “presente”. El problema más bien, es que son ovejas sin pastor. Parece extraño, pero hoy día, ser miembro de una iglesia, oveja de un rebaño, no garantiza tener un pastor que las apaciente.

Abundan las iglesias en las que el pastor está ocupado en todo, menos en atender a las ovejas. Existen por lo menos tres perfíles:

Pastores delegantes

Hay pastores a los que les gusta esquilar la lana de las ovejas pero no desatollar cuando se atascan en algún conflicto. Les gusta encabezar grandes rebaños de ovejas blancas, pero las grises grises, o las negras, hay que delegarlas.

Actuar así es desconocer el rebaño de Dios. En su rebaño, no existen ovejas fáciles, más bien, ovejas menos o más difíciles. En el pasado no eran blancos conejitos, sino cabritos descarriados acarreando el bagaje de una vida pecaminosa que ahora habrá que domesticar.

El mismo Apóstol Pablo que escribía plácidas epístolas a los Tesalonicenses, también se acababa la tinta con los problemáticos Corintios. Como apóstol, podía delegarlos a sus asistentes para librarse del peso. Lo que hizo, fue totalmente lo contrario (2 Corintios 11:7). Dejo a otros iglesias que lo apoyaban con salario para dedicarse de lleno a desatar sus nudos ciegos.

Tampoco actuó como algunos pastores, de forma pragmática, diciendose: Mi agenda es ocupada, más provechoso será dedicarme a las ovejas productivas, cuya obediencia me rejuvenece. Estaba dispuesto a gastar lo suyo y desgastarse el mismo aunque al amarlos más, fuera amado menos (2 Corintios 12:15).

Ser un pastor fiel requiere la fuerza motriz sacrificial del gran pastor de las ovejas. Significa buscar lo que es de Cristo y no solo lo suyo propio Fil. 2:21.

Pero también existen los

 

Pastores estrella

Es epidémico que hombres buscan el ministerio porque les otorga la plataforma que fuera del ministerio nunca habrían podido conseguir. Se trata de la manía del Facebook. Los que antes pasaban desapercibidos en público, ahora se autopublican a diario con miras de que alguna de sus publicaciones sea la catapulta que los arroje al podio.

Así, algunos pastores cuando comienzan a ser muy solicitados, cambian de estatus. Dejan el pastoreo a sus ancianos -y diáconos- mientra que ellos pasan a un llamado superior. El mundo de las ovejas, para ellos, se ha convertido en el mundo de las pequeñeces, el ámbito de los pasantes de seminario. Algunos hasta cambian al título a apóstoles que solo tratan con líderes, pero pierden el contacto con las ovejas.

Es curioso, mientras estos suben de pastores a apóstoles, El apóstol Pedro -en actitud- bajaba de apóstol a anciano. En su primer epístola anima a los ancianos a ser pastores de la grey. No los ubica en un plano más bajo, se identifica como igualmente anciano con ellos. Y les advierte a no enseñorearse sobre la grey (1 Pedro 5:1).

Pero también existen los

Pastores eruditos

Aquellos que huelen más a libro que ha oveja. Por supuesto, nada hay de malo con ser estudioso, conocedor, académico y hay mucho de bueno. Instruir a las ovejas en la sana doctrina, enseñarles a profundizar en las riquezas de la sabiduría de Cristo es parte esencial de la tarea pastoral.

Sin embargo, la meta no solo es una ortodoxia, sino la orto-práctica. La tarea no es salir del estudio forrado de libros al púlpito, para regresar a encerrarse después del mensaje. Del púlpito hay que descender al rebaño a traducir la doctrina a sus vidas particulares. Esto no se logra desde el púlpito solamente. El púlpito es una arma poderosa, pero de corto alcance. Se requiere el seguimiento personal. En realidad, las ovejas recuerdan más al pastor por ayudarlos a superar sus conflictos personales que por sus grandes sermones.

Me detengo aquí para hablar de Jonathan Edwards considerado por muchos cristianos y no cristianos como uno de los más grandes pensadores que se diera en los Estados Unidos. Sin embargo el que dado a una controversia sobre la cena del Señor, fue acusado de autoritario y finalmente despedido de su congregación. Muchos estudiosos se preguntan si en realidad el problema no era más bien, que pasaba demasiado tiempo en su oficina volcado en sus estudios de modo que el apego de su congregación se había erosionado.

¿Pudiera ser esta la razón por la cual hay carencia de pastores en las iglesias?, ¿Será que muchos hombres que debieran estar pastoreando viven recluidos en los seminarios volcados a una secundaria prioridad académica y descuidando la tarea primaria a la que Dios les llamó?. Me pregunto. Dios me perdone si me equivoco.

El problema de la falta de obreros y de obreros deficientes no es nuevo. Ha sido característico del pueblo de Dios. El profeta Ezequiel siglos atrás pronunció palabras de juicio para con “los pastores de Israel”. Su cuidado no era por las ovejas, sino por sí mismos, y a expensas de las ovejas: “¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños?  Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas.  No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia (Ez 34.2–4).

Aunque no en una forma tan crónica, en la iglesia se vive un problema similar pues escasean los pastores con olor a oveja. Oremos al Señor de la mies para que multiplique aquellos pastores que sean el cumplimiento de las promesas del nuevo pacto: “y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia” (Jr 3.15). De esta manera las ovejas no tendrán que andar en búsqueda de respuestas a sus inquietudes en apartadas regiones del reino.