El significado de la Pascua según la Biblia

“Nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada nosotros”, le escribió Pablo a los Corintios (1 Corintios 5.7). Con estas palabras, el apóstol Pablo buscaba ayudar a corregir algunos de los muchos problemas que tenía esta iglesia multicultural.

Al leer esto, podríamos pensar qué quería decir Pablo, o qué significado tendría la  fiesta para los creyentes del Nuevo Pacto. Esta y otras preguntas son clave para entender uno de los temas más destacados de toda la Escritura.


¿Qué es la Pascua?

Para iniciar, es importante tener en mente el significado y origen de la Pascua. La palabra en hebreo es Pesaj significa “pasar por alto” o “pasar encima de”, y se usa específicamente en el contexto del judaísmo del Antiguo Testamento. En ese sentido, la palabra encuentra su mayor trascendencia y significado en la historia que la moldeó. 

Encontramos en Éxodo 12 que Dios instituyó la Pascua en el contexto de las plagas con las que azotó a Egipto para liberar a Su pueblo. Dios ordenó apartar un cordero sin mancha, sacrificarlo cuatro días después y poner su sangre en los postes y el dintel de las puertas.

Al dar una serie de especificaciones, Dios guiaba a Su pueblo para que no fuera dañado por la última plaga: la muerte de todos los primogénitos a la media noche. Era ahí donde la Pascua obtenía su significado como símbolo.

Esta práctica como objetivo ser un recordatorio de la liberalización del Señor al sacar a Israel de Egipto, venciendo el poder de Faraón.

Propósito y simbolismo de la Pascua

En ese sentido, es clave entender ese sacrificio como expiatorio y santificador.  El uso del hisopo en el versículo 22 mantiene una fuerte referencia a ese tipo de sacrificios en el resto del Antiguo Testamento (Números 19.18-19; Levítico 14.49). La expiación implica tanto la idea de cubrir a alguien, de ocultarlo, como de cubrir la falta por su pecado.

En ese sentido, el cordero elegido esa noche particular en Egipto murió para que las personas dentro de cada hogar no lo hicieran. La confianza en esa sangre, que escurría alrededor de cada puerta, los libraría del juicio que Dios traería sobre los egipcios. Como demostraría la historia de Israel, este pueblo no estaba libre de pecado, pero Dios había dispuesto un sacrificio para cubrir sus iniquidades. 

Por eso, la Pascua debe verse como el medio por el que Dios le recordaba a Su pueblo que su salvación tuvo el precio de la muerte de un inocente en su lugar. El pecado no podía tomarse a la ligera.

Aunque se celebró al año siguiente como Dios había mandado, la historia de Israel muestra que la fiesta y su significado como recordatorio fueron olvidados y desvalorados.

La Pascua perdió su vitalidad entre el pueblo de Dios, llegando a pasar varias generaciones sin que se practicara. Esto refleja el problema en la espiritualidad comunitaria de Israel.

La Pascua en el Nuevo Testamento

Con la llegada de Cristo y la institución del Nuevo Pacto, la Pascua alcanza un máximo esplendor simbólico y su cumplimiento. 

Jesucristo fue arrestado, enjuiciado y crucificado durante la Pascua Judía (Lucas 22.7). Esto tiene un enorme valor sabiendo ahora todo el contexto teológico, simbólico, social e incluso emocional que implicaba la Pascua para los judíos.

El deseo profundo del corazón de Jesús era compartir esta cena de comunión con sus amigos, una cena que recordaba una liberación, pero quetambién señalaba a la institución de la Santa Cena.

En ella, el pan y el vino simbolizaban el cuerpo y la sangre de Cristo, que serían el sacrificio pactado, permitiendo que Él pudiera volver compartir esta cena con aquellos que, dejándolo todo, le habían seguido.

Jesús señala, al momento de beber del vino, que su sangre cumpliría la misma función que tuvo el sacrificio sustitutorio en el Antiguo Pacto: lograr el perdón mediante la sustitución.

La Pascua como institución y acontecimiento, y el cordero como símbolo, coinciden  y se intensifican en el Nuevo Testamento en la muerte expiatoria de nuestro Señor Jesucristo, quien se entregó para librar a Su pueblo del juicio de Dios.

De igual manera, la cena de comunión establecida por Dios en el contexto de la Pascua y la Fiesta de los panes sin levadura alcanza su plenitud en la Cena del Señor, donde les da de beber y comer a los Suyos pan y vino, ritual que les pide que sigan haciendo en memoria suya en Lucas 22.19.

Nuestro Señor era Aquel que “como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías 53.7). Cumpliendo las palabras de Juan el bautista, Jesús era el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1.29). 

¿Cómo celebrar la Pascua hoy?

Leer que Pablo dice que Cristo es nuestra Pascua que ya ha sido sacrificada por nosotros, conlleva todo un contexto teológico y rico en significado que lo hacen más benéfico al alma. 

Pablo apela a la historia de la Pascua y de la Fiesta de los panes sin levadura para poner la mirada en la santidad, el peligro del juicio y la gravedad del pecado, elementos que ambas situaciones compartían.

En 1  Corintios 5.1-2 leemos cómo había una persona que insistía en su pecado, ante lo cual la Iglesia no había hecho gran cosa. Pablo llama a la santidad, recordando la obra que Cristo había hecho en ellos, y centrando todo en la idea de que Jesús es nuestra Pascua.

Es importante señalar que el comentario de Pablo en el versículo 8 de que “celebremos la fiesta…” no significa literalmente celebrar el rito y todo lo que implicaba la Pascua del Antiguo Pacto. Es algo diferente, justo porque el cordero ya no es un animal, sino una persona, Cristo.

Entonces, si Cristo está en lugar del cordero, y la Cena del Señor es el ritual que nos mandó celebrar constantemente, vemos que Pablo no habla de un festejo literal al estilo judío, sino a una exaltación de la obra de nuestra Pascua, Cristo, y de todo lo que incluye bajo un mejor pacto.


La Pascua no es un ritual limitado a fechas específicas, sino el recordatorio de que Cristo ha hecho posible lo que para nosotros era imposible, y eso debería inspirarnos a la entrega y a la adoración.

Con todo esto ahora en el corazón, cuando tengamos la Cena del Señor, recordemos, no solo lo que el Cordero logró por nosotros, sino que éste volverá como un león.