Influencias nocivas

A lo largo de la historia Dios ha levantado grandes líderes para guiar a su pueblo, como Moisés, Samuel, el rey David. Pero ni la estatura de ellos ni su posición les otorgó inmunidad ante influencias nocivas que pudieran transformar sus vidas de una historia ilustre a una novela sucia.

Como en el caso de Salomón, suele ocurrir que los más alto ascienden, seguido, más profundo caen. Tal es el testimonio inmemorial de los reyes de Israel, entre los cuales se perfilan más pérdidas que triunfos espirituales.

Si te propones escapar esta trágica estadística, te invito a que reflexiones en algunas influencias cardio-endurecedoras que acosaron a los reyes de Israel y que debes evitar, si has de vivir al servicio de Dios y no al servicio de los impulsos decadentes de tu corazón.

El yugo desigual

Toda influencia tiene una fuerza directamente proporcional a la intimidad que se tiene con las personas. Entre mayor la intimidad mayor la probabilidad de influencia. No existe mayor intimidad que la que se da en el matrimo. Por esto la escritura nos advierte en contra del yugo desigual.

Tanto Salomón como del rey Joram, casado con la hija del gangster rey Acaz, sucumbieron ante la influencia conyugal pagana de sus esposas por encima de la específica advertencia de Dios a los reyes en su ley (Deuteronomio 17:17).

Esto abarca más que el matrimonio. Toda relación cercana desigual, sea de trabajo, amistad o familiar. Si no guardas tu distancia puede ser lo que desvíe tu corazón. Hay muchos de cierto en el refrán: dime con quién andas y te diré quien eres.

Las alianzas antitéticas

La presión política disuelve muchas convicciones en el corazón. Aun el rey Josafat, quien hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y quién fuera engrandecido materialmente por Dios, fraguó una alianza política con el peor de los reyes, el rey de Acab, y por esto, fue reprendido por el vidente Jehú: ¿Al impío das ayuda, y amas a los que aborrecen a Jehová?

Es interesante notar que dicha alianza política fue un derivado del matrimonio mixto que había contraído con la hija del rey Acab (2º Crónicas 18.3). Una vez que hemos hecho concesiones una vez será más fácil hacerlo una segunda vez y finalmente quedar atrapado en la espiral de la decadencia.

La presion social

Los reyes no fueron exentos del “temor del hombre”. Hubieron incontables casos de flaqueza de corazón frente a esta potente influencia.

El bramido idólatra del pueblo derritió la entereza de Aarón. La presión de los reyes circunvecinos motivó a Salomón a establecer alianzas mediante un numeroso harem de princesas que le ayudarán a regular las presiones políticas. Roboam fue movido por la opinión de los jóvenes nobles a adoptar una pésima política de mando. Joás consintió en conspirar en contra de la vida del hijo de Joiada que había arriesgado su pellejo para salvaguardar la vida del niño rey. Asimismo, abandonó la adoración en el templo de Dios que por años había invertido para reconstruir y mantener, y todo, por doblegarse ante la presión de los lambiscones que le rodeaban. Terminó en las más reprobables de las idolatrías.

El corazón humano es voluble y altamente susceptible. Tiene un alto índice de maleabilidad ante las malas influencias y alto índice de dureza ante las buenas.

La soberbia

La soberbia fue otra de las influencias engañosas al corazón generando alucinaciones de prepotencia cuando no delirios de omnipotencia. Tras la victoria en contra de Edom -lograda con la ayuda de Dios- Amasías avanzó en contra de Israel -superpotencia en contraste- contraviniendo el designio de Dios. Le salió el disparo por la culata pues resultó en que fuese invadido, saqueado, secuestrado y finalmente asesinado.

Asimismo el rey Uzías- cuya inventiva a industriosidad redituaron poder y grandeza salomónica. Tuvo a poco ser rey y cometió sacrilegio fungiendo en actos sacerdotales que no le correspondía al no ser un levita. Terminó desahuciado por la lepra.

La escritura denuncia a la soberbia como uno de los más fuerte males del y para el corazón. El profeta Abdías anticipando el juicio sobre Edom habla del engaño de su corazón que los hacía pensar como intocables: “La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? 4Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová.(Abd 3–4).”

Si hemos de cuidar nuestro corazón debemos hacer inventario tanto de las tentaciones que nos atraen como la las presiones que nos empujan al pecado.