En primer lugar tenemos que pensar en la Iglesia y preguntarnos: ¿Qué es ser Iglesia misionera en el mundo de hoy?, ¿Puede una iglesia no ser misionera?
La naturaleza de la iglesia es sin duda misionera. Hablamos que la iglesia es la iglesia en el mundo y para el mundo. No se concentra solo en el cielo. Se involucra en el mundo, lo que significa que es misionera. Será estar en el mundo siendo distinta del mundo. El problema que tenemos muchas veces es que la iglesia no se da cuenta de su naturaleza misionera y que ha sido enviada al mundo. La iglesia es enviada a compartir el gozo y la esperanza, en medio de la tristeza y la angustia de la gente de nuestro tiempo, en particular de los que son pobres o afligidos en cualquier forma.
Uno de los problemas que encontramos hoy es la tensión entre lo que se denomina misión global y misión local. Muchas veces estos términos están enfrentados sin darnos cuenta que forman parte de la misma moneda pero con dos caras diferentes. Para resolver esta dicotomía muchos están usando el termino Misión GloCal. Es lo global y local en forma “simultanea” según lo expresa el texto de Hechos 1:8. Ninguna área de la iglesia debe estar como una cenicienta o ser la más importante. Nos habla de dignidad. Cada área de trabajo y servicio deben estar debidamente atendidas reflejando el mandato de Jesucristo. Jerusalén, Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra nos expresan que estas áreas deben ser atendidas en forma equilibrada. Implica también que debe haber una moralidad de la Fe. Ser misioneros no es una opción, es un mandato (Mateo 28:18-20, Marcos 16:15, Juan 20:21). Debemos preguntarnos: ¿Por qué todavía la cuarta parte del mundo o el 27% de la población mundial no ha tenido acceso al evangelio o escaso acceso al mismo? ¿Qué pasa con los que no escucharon y aun no han tenido conocimiento del evangelio? Nuestro mundo tiene hoy 6.4 mil millones de individuos que viven en 234 naciones geopolíticas, pero más de 16.000 etnias. De esas etnias, más de 6.600 grupos permanecen como los menos alcanzados. La iglesia necesita asumir un compromiso más intencional.
Seguidamente surgen los malos entendidos en que algunos son misioneros y otros no lo son. David Bosch** fue cuestionado en su momento cuando afirmo que todo es misión. Algunos argumentaban que cuando todo es misión entonces nada es misión. David Bosch respondió que esta tensión la debemos resolver de una manera creativa. Por lo tanto toda la iglesia es misionera, todos sus miembros son misioneros aunque muchas veces no seamos conscientes de esta realidad y todo es misión
Por lo tanto nos preguntamos: ¿Qué es ser misionero en el día de hoy?
Significa en primer lugar que somos llamados a ser agentes de transformación hasta lo último de la tierra y que de ninguna manera se limita solo a la acción local o solo a la acción global. Es cuando unimos la acción local y la acción global de la iglesia en el cruce intencional de barreras, de iglesia a no iglesia, en palabra y obra a favor de la extensión del Reino de Dios.
Ser misionero hoy significa que somos parte de una comunidad de Fe que encarna la visión de llevar todo el evangelio a todo el mundo
Ser misionero hoy es darnos cuenta que hemos sido enviados al mundo para amar, servir, predicar, enseñar, sanar y liberar (Moltmann). Implica tener grandes sueños afirmando nuestra identidad en la Oración, Justicia, Misericordia, Humildad, Obediencia y Valentía en semejanza a Jesucristo. Es servir a la gente más olvidada de la ciudad, la nación y el mundo.
En este servicio destacamos a los misioneros transculturales trabajando en el mundo animista, hinduista, budista, islámico, ateo y postmoderno. El trabajo en la misión es el trabajo conjunto del Espíritu Santo, la iglesia y sus misioneros. Hoy tenemos más de 14.000 misioneros iberoamericanos en la tarea transcultural. Ellos cruzan barreras lingüísticas, culturales, geográficas para que todos tengan una oportunidad de conocer a Jesucristo como Señor. Su esfuerzo, perseverancia y pasión es digna de destacar. Su sentido de llamado, convicción y sacrificio nos indica el camino a seguir. No solo es conocer lo que Dios quiere sino obedecer. La señal que tenemos como iglesia es la cruz de Cristo. La iglesia no siempre acompaña los procesos misioneros. La iglesia debe tener credibilidad y no centrarse en una vida feliz, cómoda y exitosa. El propósito es la redención y reconciliación. La iglesia es responsable en desarrollar procesos intencionales que identifican, capacitan, sostienen y cuidan a los siervos enviados como agentes de transformación en la misión transcultural. También debemos estar conectados con el campo de servicio, trabajando en unidad, aprendiendo unos de otros y realizando los ajustes necesarios.
La misión es universal e integral. La iglesia por medio de sus misioneros transculturales llevará el mensaje de Salvación a todas las naciones correspondiendo este mensaje en palabra y hechos. Incluirá al mundo entero como campo de misión y las iglesias en todas partes deben ayudarse unas a las otras para llegar hasta lo último de la tierra.